El Teatro Gayarre de Pamplona acoge del 31 de enero al 13 de mayo el ciclo Ficción sonora, del Centro Dramático Nacional (CDN), que ofrece al público cinco obras de teatro para escuchar, al modo de las antiguas «radionovelas», al precio de un euro la entrada. Estas «ficciones sonoras», ha explicado en conferencia de prensa el director adjunto del CDN, Ángel Murcia, se diferencian de las lecturas dramatizadas en que en este caso las obras están complementadas por música y efectos sonoros.

Así, el público que acuda al Gayarre podrá escuchar, con la sala en penumbras, la grabación de estudio que los actores del CDN han realizado de cinco obras de teatro: Doña Perfecta, de Benito Pérez Galdós (31 de enero); Atlas de geografía humana, de Almudena Grandes (18 de febrero); Anomia, de Eugenio Maya (12 de marzo); Arizona, de Juan Carlos Rubio (2 de abril); e Hilvanando cielos, de Paco Zarzoso (13 de mayo).

Estas cinco obras, que han sido dirigidas por el británico Nicolas Jackson, tienen una duración de entre 50 y 90 minutos, algo menor de las versiones tradicionalmente representadas en los escenarios, debido a su adaptación para este formato. Estas cinco obras puedan escucharse en la página web del CDN, aunque Murcia ha destacado que las mejores condiciones para hacerlo se dan en el marco de un teatro, un espacio que «no deja de ser como una iglesia» y que da a la obra «un valor añadido».

Se trata, ha subrayado, de un género muy utilizado en países como Francia o Reino Unido y que «no tiene sentido que aquí se haya perdido». Ésta es la segunda temporada de un ciclo ya representado en Madrid y que ha dado «muchas alegrías» al CDN, que también ofrece guías pedagógicas de cada una de las obras para que se pueda trabajar con ellas en los colegios.

La directora gerente del Gayarre, Grego Navarro, ha resaltado que éste ciclo es «un experimento, una prueba», que le da «un plus» a la programación del teatro pamplonés. «Nos ilusiona muchísimo este proyecto», ha afirmado Navarro, que ha hecho hincapié en que este formato tiene unos costes de producción muy diferentes a los de una obra de teatro clásica y por ello se puede cobrar tan solo un euro a los espectadores.