Aventura! Compañía: T de Teatre (Barcelona). Autor y director: Alfredo Sanzol. Intérpretes: Mamen Duch, María Lanau, Marta Pérez, Carme Pla, Albert Ribalta y Jordi Rico. Lugar: Teatro Gayarre. Fecha: Sábado 23 de noviembre. Público: Casi lleno.

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AVENTURA! era muy esperada en Pamplona por ser la segunda colaboración de la compañía catalana con Alfredo Sanzol y no haberse programado aquí la exitosa Delicades, con la que el navarro ganó el Premio Max al mejor autor ¡en catalán!, que ya tiene mérito. Para los teatreros, además, por ser la primera obra larga que conocemos del autor de En la luna, Max 2012 al mejor texto en castellano. Sanzol se ha situado entre los grandes con una forma de escribir teatro muy personal: obras unitarias construidas a base de imaginativos sketches en apariencia dispersos, de base realista-costumbrista pero estirados magistralmente hasta el límite de lo absurdo o inverosímil, de gran efectividad cómica.

La propuesta de T de Teatre prometía ese mismo punto de surrealismo sanzoliano. Pero no. Cuento el argumento (algo que dicen nunca debe hacer un crítico) porque el autor da la venia y lo desvela en el programa de mano: seis socios, ante el miedo a la situación económica, negocian la venta de la empresa a un chino, que sin embargo quiere comprar a una de ellas.

Excelente punto de partida. Y más si el autor nos cuenta que ha escrito una metáfora de cómo la crisis puede desatar miedos colectivos y cambiar nuestros valores. El problema es que la situación descrita se plantea justo a la hora y cinco de empezada la función. Hasta entonces, todo ha sido un ir y venir sin que lo que vemos nos aporte claves para entender mejor lo que (se supone) está por venir. Sanzol ha tenido el acierto de no crear personajes prototípicos, pero no bastan las pinceladas que ofrece de cada uno para conocer sus motivaciones: ni les vemos trabajar ni se percibe la urgencia de traspasar una empresa que no está en quiebra. Hasta nos distraemos calculando que 100.000 euros en el bolsillo no dan para el cambio de vida radical con el que sueñan. En lo personal, todo es light: los socios no se llevan ni bien ni mal, el matrimonio parece que tiene un buen pasar y nos acaba dando un poco lo mismo que dos se enamoren porque no percibimos que eso les remueva nada.

Finalmente, cuando llega la oferta a la baja del chino, resulta que tampoco es como se cuenta en el programa de mano, sino una interpretación particular algo embarullada que hace la ofertada. De hecho, el intercambio, tal como se expone, es dramáticamente inconsistente. El autor parece intuirlo porque lo declara uno de los personajes. Y los cambios de actitud se suceden atropelladamente hasta el final.

Sanzol declaró que escribe de forma fragmentaria porque no termina de creerse una peripecia de dos horas y creo que ha sido inconscientemente fiel a sus palabras: Aventura! es una obra desketches y monólogos camuflados, solo que esta vez con los mismos personajes y ordenados cronológicamente. Pero el conjunto luce desequilibrado. Sin embargo, como en anteriores títulos suyos, hay momentos sublimes, como la discusión sobre si hay que poner o no la mesa ante la llegada de los chinos, la entrada de éstos, los diálogos brillantes del matrimonio y ese humor magistral que sólo se consigue cuando no se busca el chiste: una frase anodina, un gesto, una réplica que hace reír al espectador aunque difícilmente pueda contarlo luego a quien no ha visto la función.

El elenco de T de Teatre lució desigual y varios actores mellaron sus textos, supongo que por la dificultad de interpretar en castellano lo interiorizado primero en catalán. La puesta en escena, más que neutra, fue pobretona: el telón de boca ocupaba un tercio de la caja escénica, como dando a entender que el Gayarre, que tira a recoleto, le venía un poco grande. Funcionó como un simple decorado y no ayudó a visualizar la versatilidad de escenarios que pide la obra: una playa, una casa rural, un aeropuerto…

El Sanzol director, olvidado el desconcertante Wilde que dirigió para el Gayarre en 2012, brilla con luz propia. Su propuesta de juntar en escena a personajes que están en planos temporales y espaciales diferentes dio ritmo e intensidad a los diálogos.

Víctor Iriarte en Diario de Noticias 26-11-2013