MISIóN IMPOSIBLE: El Ratoncito Pérez contra la bruja Caries. Autor y director: Víctor Iriarte. Intérpretes: Pablo del Mundillo, Imanol Espinazo, Virginia Cervera, Sofía Díez, Jesús Idoate, Juan Sansegundo. Lugar y fecha: Teatro Gayarre, 13/03/11. Público: Lleno.

De ratones y niños

El Ratón Pérez es un tipo discreto. A diferencia de otros personajes mágicos clave de la infancia, sabemos poco de él. A ciencia cierta, solo que se trata de un mamífero del orden de los roedores y de la familia de los múridos, sin que sea posible avanzar mucho más en su adscripción taxonómica. Conocemos también algo de sus costumbres: la más llamativa, y por la que se ha hecho popular entre nosotros, es la de coleccionar dientes humanos, a cuyos dueños recompensa con algún premio en metálico o en especie. Y pare usted de contar. Conocemos más cosas del Yeti o de Nessie, por ejemplo, de los que hay descripciones y hasta imágenes. Pero del misterioso ratón, nada, oiga.

Víctor Iriarte, que es periodista, amén de un excelente autor de teatro, sin duda ha tenido acceso a valiosas fuentes de información que le han desvelado algunas características hasta ahora desconocidas del roedor. En su nueva obra, dirigida al público familiar, nos enteramos de que el Ratoncito Pérez es, además de generoso, un tipo muy inteligente, astuto, con inquietudes culturales y buena gente. Eso es, al menos, lo que puede deducirse de lo que de él dice el resto de los personajes. Si finalmente hay ocasión de conocerle en persona, o en ratón, no voy a revelarlo por mantener el suspense.

Y suspense no falta en esta Misión imposible: el Ratoncito Pérez contra la Bruja Caries. Iriarte plantea la obra que ha escrito y dirigido como una historia de detectives con estética de tebeo. Un argumento pergeñado por alguien con edad como para, supongo, haber disfrutado con Mortadelo: dos agentes de la organización MUERDE (Misiones Ultrasecretas y Especiales y Riesgosas y Detectivescas de Europa), una misión secreta, pintorescas contraseñas y un jefe que parece el trasunto napoleónico del superintendente Vicente, todo ello cruzado con una galería de personajes más cercanos al cuento clásico, con bruja y pérfido ayudante incluidos.

Vengan de donde vengan, el caso es que, puestos al servicio de la trama, encajan muy bien. Más allá de que los buenos sean muy buenos y los malos muy malos, que lo son (aunque al final hasta los malos cuentan con un motivo, como en las grandes historias), uno de los mejores valores de la función es que todos los personajes tienen una personalidad o un rasgo distintivo que los hace atractivos tanto para los espectadores como para, estoy seguro porque se les nota, los actores. Desde la perspicacia de Palatoptelerrigoredondo, contrapuesta a la simpleza del capitán Anderete, hasta el divertido juego que se traen Marisa y Samuel a cuenta del modo de hablar de este último, o el dúo de malvados conformado por la Bruja Caries y el divertido Míster Sarro, la gracia de esta Misión imposible se sustenta sobre todo en sus personajes. Más incluso que en la existencia de gags o de momentos de humor, la obra gana cuando se les deja a los personajes que corran libremente en pos de lo que la propia trama les indica, y se empantana un poco en algún momento en que se les hace hablar buscando una complicidad con los mayores, por ingenioso que sea el intento. Si además la obra está bien presentada, como es el caso, con un juego escenográfico brillante, un vestuario primoroso y, especialmente, interpretada por unos actores que dan lo mejor de ellos mismos, el resultado tiene que dejar forzosamente buen sabor de boca, que es lo que corresponde a un espectáculo con vocación educativa bucosanitaria.