Domingo 12 de abril. Una buena amiga me consigue una entrada a pesar de estar agotadísimo el taquillaje desde hacía semanas, así que sin pensarlo me bajo a la capital (eterno agradecimiento). Matadero de Madrid. Blanca Portillo encarna al personaje de Hamlet y demuestra por qué es la primera actriz de este país. El montaje de Tomaz Pandur impresiona. Público en graderío y actores moviendose por pasarelas de madera en un escenario completamente inundado. El Elsinor más real: húmedo, frío, ingrato…

Una constatación. Algo está cambiando en este país y los actores jóvenes empiezan a darse cuenta que salir en la tele da fama, pero no prestigio ni autoridad. Varios «guapitos» se someten a la tortura de las cuatro horas de montaje y superan el reto. Hugo Silva, Quim Gutiérrez, Félix Gómez, Aitor Luna, Eudardo Mayo, Manuel Moya… no me digais, pero deben ser muy conocidos de los hombres de Paco y gaitas de esas que emiten en la tele.

El montaje imprescindible. La última función, el 12 de abril. ¿Por qué lo comento entonces? Para dar envidia. Está claro.