Ignacio Aranguren (Pamplona, 1953) publicará el libro El actor adolescente. Manual de urgencia para profesorado en apuros en la primavera del año que viene con la financiación del Negociado de Publicaciones del Departamento de Cultura del Gobierno foral y con distribución estatal gracias a la editorial Algar, como parte del Premio Príncipe de Viana 2016. Asimismo, el galardonado ha dado un impulso especial este año a las Jornadas de Jóvenes Espectadores de Navarra, además de participar en distintos eventos e impartir charlas.

La entrega del Premio Príncipe de Viana al fundador del Taller de Teatro Escolar del IES Navarro Villoslada -que dirigió durante 35 años- y experto en teatro y educación tuvo lugar en junio, por primera vez sin dotación económica específica y con la intención de promover un proyecto del premiado que, un tiempo después de aquel día festivo en Olite, acordó con el Ejecutivo materializar el reconocimiento en la edición de este trabajo. Actualmente, Aranguren va por la mitad de la redacción de un libro que ofrecerá anécdotas, experiencias, estudio de situaciones recurrentes, pedagogía y una completa bibliografía comentada y actualizada, con el objetivo de “ayudar al profesor que quiera utilizar el teatro como herramienta didáctica”. Algo que “parece muy moderno, pero que ya lo inventaron los griegos en la antigüedad y los jesuitas en el Renacimiento”, cuenta. Ha dividido el volumen en cuatro partes. La primera parte explica qué aporta el teatro a la educación, “más allá de vender humo” y las tres restantes se centrarán en la experiencia grupal -“si un grupo no funciona, un espectáculo tampoco y viceversa”-, el teatro como expresión -“lo que las técnicas de interpretación aportan a la persona”- y el teatro como comunicación. La publicación está prevista para la primera mitad del año que viene.

JORNADAS PARA PROFESORES. Además de esta tarea, Ignacio Aranguren imparte charlas a auditorios muy diferentes. A profesores, a adolescentes, a asociaciones, a público en general… Y asiste a eventos puntuales. “Cuando uno se jubila, piensa que va a tener mucho tiempo libre y de descanso, pero, en mi caso, este último año ha sido muy intenso de emociones, de reencuentros, de respeto por parte del sector educativo y teatral”, cuenta, y bromea diciendo que está esperando a que llegue esa tarde de lluvia para sentarse en el sofá a leer plácidamente una novela “sin subrayar nada”. Todavía no ha llegado ese momento, sobre todo porque desde junio ha recibido tantas invitaciones, muchas de ellas de viejos amigos “a los que nunca diré que no, sea príncipe o plebeyo”. Y ha hecho “cosas curiosísimas”, como el pregón de la Feria Medieval de Olite vestido de fraile, y también ha participado en jurados, en coloquios, en conferencias, ha asesorado proyectos… Dentro de toda esta actividad, añade, “me satisface mucho el impulso que ha tomado Jóvenes Espectadores de Navarra”, el proyecto que creó cuando se retiró del instituto con el fin de “formar profesorado para que utilice el teatro y la dramatización en sus múltiples aceptaciones como herramienta didáctica en distintas clases”.

Esta iniciativa se organiza en colaboración con el Departamento de Educación y con la Fundación Municipal Teatro Gayarre, donde se celebra, y “está funcionando tan bien” que en enero se celebrará “una edición bis” de la cuarta edición de las jornadas para profesorado que tuvieron lugar en octubre. “Hubo profesores que se quedaron fuera; hay que tener en cuenta que esta actividad es práctica y tiene una importante dinámica participación, así que no puede haber mucha gente”. En ese sentido, esta cuarta edición estuvo -y volverá a estar- dedicada a la improvisación teatral. La primera sesión volverá a correr a cargo del valenciano Xema Palanca y la segunda, del propio Aranguren, que ya piensa en la quinta entrega. “A mí ya me tienen muy visto y entonces traeremos ponentes de fuera y también de aquí”, indica. “Los profesores se lo pasan muy bien y eso hace que sean capaces de transmitir lo aprendido a su alumnado”, agrega.

Por otro lado, Aranguren mantiene un estrecho contacto con antiguos alumnos del taller. Por ejemplo, este mismo mes estuvo con los primeros, “que ya son cincuentones”, y entre los que hay jueces, periodistas, maestros… La relación con muchos de los componentes de las 35 promociones es fluida y excelente. “Me conocen y saben que si me dicen esa frase de ‘Ignacio, si necesitas algo…’, les voy a decir que sí”, ríe, y confiesa que los estudiantes “siempre me han ayudado muchísimo”. La “espina” es que “no logré vertebrar en el centro una asociación de antiguos alumnos”, así que si alguien se anima, ya sabe.

Aranguren tampoco ha abandonado este año la actividad artística, ya que en marzo dirigió Patxi Larrainzar, teatro de proximidad (Pecados escénicos de un cura asilvestrado), a partir del texto de Víctor Iriarte. Y tiene más ideas para montajes, pero está brindándoselas a otras personas. Él prefiere centrarse en la formación del profesorado. Un ámbito que conoce muy bien, no en vano le ha dedicado décadas de su vida. Parte de esas vivencias quedarán en el libro que publicará en primavera y que, de algún modo, plasmará su filosofía. “El teatro es muy importante; en él, el profesor y el alumno estamos como lo que somos, no como lo que sabemos”, defiende.