Crítica de danza de Teobaldos en Diario de Noticias de la Gala del Día Internacional de la Danza
GALA DEL DÍA INTERNACIONAL DE LA DANZA. Escuelas del Gobierno de Navarra, Ravel, Beraza, Villanueva, Casas, F. Atena, Espuelas. Programación: Haizea (Asociación por al danza de Navarra). Fecha: 1 de mayo de 2016. Lugar: Auditorio de Barañain. Público: casi lleno (12 y 10 euros).
La danza continúa
La danza continúa. Sobre todo en las mujeres. Es la irremediable conclusión que siempre sacamos de estas esplendorosas galas de las diversas escuelas que se dedican a su pedagogía. La gala del Día de la Danza, que reúne a varias escuelas (Haizea) -presentada con austeridad y acierto por Ana Valencia-, resultó un espectáculo entretenido, fluido, variado de estilos, colorista y culminado por la corta pero soberbia actuación de Kukai Dantza, compañía invitada.
Después de la demostración de la impagable labor de la Fundación Atena, Eva Espuelas presentó cuatro números de eclécticos estilos y buena factura: del siempre agradable acomodo de la danza en el vals, con diez bailarinas distribuidas en dos trenzados grupos de cinco; al gimnástico pop, donde las bailarinas arriesgaron -y les salió bien- con arquitecturas y elevaciones; pasando por una muy elegante y vaporosa danza de fondo minimalista que las siete bailarinas bordaron. Y la pincelada de puntas -que no deben faltar- del solo de la variación Gamzatti.
La Escuela de Danza de Navarra ocupa el terreno del neoclasicismo y del flamenco: en el primero cinco vestales evolucionan con fuerza -y a la vez suavidad- sobre la serenata para cuerdas; es lo que impone la música. En la sección de danza española, que cerraba la primera parte, el conjunto -como siempre que actúa- resulta arrollador, siempre se llevan una gran ovación. Andrés Beraza (y su escuela de Estella) es el encargado de aportar dos vistosos apuntes de la tradición del gran ballet clásico: Chopiniana y Don Quijote, éste, por cierto, muy bien traído en el año cervantino. Presenta un nutrido cuerpo de baile que aguanta muy bien la simetría, y se desenvuelve con soltura en las salidas y entradas a escena: bien trabajados los brazos y los giros, y colorista y sólido vestuario para una visión de conjunto de gran ballet.
Arantxa Villanueva, con un audiovisual, logra meter en ambiente de tango a sus “andróginas” chicas, y llevarnos a una atmósfera arrabalera. Hay detalles en la coreografía muy logrados, como esos pasos de todo el grupo agarrado. La pantalla a media asta, la luz, el ritmo bien marcado, redondean su actuación. La escuela de Danza Ravel sube a escena dos espectáculos muy contrastados: la robótica de la danza callejera, y un intimista y compenetrado paso a dos. En la danza callejera -aquí se ve algún chico- prevalece la fijación y compenetración entre el grupo de esos movimientos tan esquinados, tan cortantes y definidos; donde no se permite la vacilación y donde la rotundidad y el suelo mandan. Los bailarines tienen fuerza, y se lo pasan muy bien. El paso a dos -ya intérpretes adultos- es una evolución entrelazada e íntima de dos cuerpos que siguen su ritmo un tanto despegados de la música, que todo lo envuelve sin mayor concreción.
Las chicas de Diana Casas dominan la impecable simetría del ajedrez en su Blanco y negro, y prepara para la extraordinaria matemática bachiana de las variaciones Goldberg un vestuario maravilloso, evocador de cuellos de cuadros flamencos, de tutús, o de aros cíclicos con los que juegan las bailarinas. Estas se atienen muy gozosamente -y con gran precisión- a esa sublime música con un resultado admirable.
Kukai Dantza es algo excepcional en la investigación dancística que parte del folklore vasco. Pero, además, asimilan la abstracción del movimiento contemporáneo desde una libertad y dominio muy creativos. Ambas facetas: lo bailes ancestrales que bien conocen, y la creación contemporánea (Marcos Morau-La Veronal), se unen para deslumbrar con la “deconstrucción” -y maravillosa construcción posterior- del aurresku tanto en la versión elegante y culturista que abría la velada, con el bailarín marcando el poderoso ritmo a una música diluida en la sonata para piano; como la sorprendente versión cubista, entrelazadas las piernas y los brazos del bailarín, que retuercen la hierática línea de ese majestuoso baile. Por otra parte, hace falta mucha libertad y cariño a la tradición para llegar a esa vis cómica del baile en pareja. Maravillosos E. Gil y M. Rodríguez. Enhorabuena a todos. Y con el lema de este año: “Hagamos de la danza un movimiento de amor”.
Publicado en Diario de Noticias el martes 3 de mayo de 2016.
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