Crítica de danza de Teobaldos en Diario de Noticias de «Polytopya», coreografía de Muriel Romero, en el Teatro del Museo de la Universidad de Navarra
POLYTOPYA. NEURAL NARRATIVES 2. Música: Pablo Palacio. Coreografía: Muriel Romero. Simulación visual interactiva: Daniel Bisig. Bailarines: Alicia Narejos, Víctor Martínez Cali y Muriel Romero. Iluminación: P. Palacio y J.C. Casado. Producción: Instituto Stocos con apoyo de varios teatros europeos. Lugar: Museo de la Universidad de Navarra. Fecha: 22 de abril. Público: casi lleno el patio de butacas (12 euros).
Investigación y límites
Espectáculo arriesgado donde los haya, pero extraordinariamente potente y excelentemente interpretado, tanto por los bailarines, como por el manejo de los audiovisuales. Pone al límite a los intérpretes con unas coreografías firmes, robóticas, muy bien aprendidas, sin atisbo de improvisación, esquinadas y resueltas en movimientos rotundos que subrayan al milímetro, con el movimiento, todo lo que suena. Pone al límite a los movimientos de la pantalla, al tenerlos que coordinar -también con máxima precisión- a una música -o no música, para algunos- que va y viene en abruptos sonidos repentinos. Pone al límite a los tímpanos del espectador al someterlo a unos sonidos ocres, oxidados, ásperos, agresivos, sin tregua a la amabilidad, pero que también asoman su belleza al ser tan escrupulosamente asimilados, bailados y analizados por cuerpos y técnica. Todos, habitantes de escenario y de butacas, como si estuvieran en un microscopio, pero esta vez, entre los dos cristales donde se ponen las bacterias.
Comienza la función con una simulación de apertura de cortinas en la pantalla, a partir de ahí, los bailarines evolucionan o bien condicionados por lo que surge de esa pantalla, o bien ellos solos, con una danza pura, de cuerpos forzados por el ambiente de sonidos fabriles, electroacústicos, simples golpes metálicos, o percusiones y deslizamientos extremos. Pero, las coreografías firmadas por Muriel Romero son tan concretas y claras, que dan una bellísima respuesta al abrumador ambiente; hay pasos originales, con un muy amplio repertorio de movimientos de brazos; y un dominio del cuerpo absoluto, que se flexiona o rueda por el escenario. Extraordinaria la fortaleza del bailarín, y de referencia los dos solos de las bailarinas con fondo percutido. Los bailarines cuando interactúan con la pantalla, dominan los garabatos en movimiento, o se dejan fagocitar por ellos. Porque esos elementos que parten de formas inertes, cobran vida de poderosos microorganismos. Es muy atractivo ese paso de la nada a la vida. Ladanza, en pantalla, del personaje tubular, esta francamente lograda.
Es cierto que es un espectáculo no fácil para algunos. Pero es extraordinario comprobar que la belleza surge de lo más recóndito -o lo primigenio-, del ruido elemental, y de los primeros trazos de luz. También hubiera cabido la posibilidad de interactuar con cosas y situaciones más amables de la vida. Pero eso hubiera sido más cómodo y menos innovador. Hay que introducirse de vez en cuando en lo desconocido. Un gran trabajo.
Por TEOBALDOS. Publicado en Diario de Noticias el domingo 24 de abril de 2016.
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