CRÍTICA TEATRO

BAJO TERAPIA. Producción: Producciones Teatrales Contemporáneas (Madrid). Autor: Matías del Federico. Dirección: Daniel Veronese. Intérpretes: Gorka Otxoa, Manuela Velasco, Melani Olivares, Fele Martínez, Juan Carlos Vellido y Carmen Ruiz. Escenografía y vestuario: Elisa Sanz. Lugar: Teatro Gayarre. Fecha: Viernes 4 de marzo. Público: Lleno.

Terapeutas muy pacientes

Seiscientos espectadores un jueves y lleno al día siguiente era algo difícil de ver en los últimos años, debido a la crisis, y da idea del interés que despertó esta propuesta, vendida como un “Veronese”, que entre los teatreros se traduce por calidad. Aunque, con seguridad, tira más de taquilla el atractivo de actores conocidos de la pequeña y gran pantalla: el vasco con excelente vis cómica Gorka Otxoa, el siempre solvente Fele Martínez; Manuela Velasco (REC, Aida, Velvet…), Carmen Ruiz (Yo soy Bea, Gym Tony) o Melani Olivares (Aida).

Bajo terapia, de 2012, es la primera obra de un joven autor argentino que ha logrado cruzar el mar. Tiene muchas deudas con obras como El método Gronholm (2003), de Jordi Galcerán, Habilidades sociales (2007), de Javier de Dios, y otras de similar estructura. No digo que se haya inspirado en ellas o haya copiado su carpintería, sino que si utilizas un esquema similar, mantener el interés y buscar la sorpresa te obliga a una misma solución. Tres parejas que acuden regularmente a psicoanalizarse pero no se conocen entre sí son citadas por su terapeuta a una hora inhabitual, una tarde-noche de viernes, con ella ausente. Les deja unos sobres con instrucciones sobre los temas que deben abordar, lo que permite ir desvelando sus “problemas”: Daniel y Laura (Fele Martínez y Melani Olivares) son un matrimonio en crisis; Esteban y Carla (Gorka Otxoa y Manuela Velasco) una pareja joven pero muy dispar y ella sigue negándose a  vivir con su Peter Pan. Roberto y Marta (Juan Carlos Vellido y Carmen Ruiz), más apocados, descubren poco a poco la personalidad protectora de él y depresiva de ella.

La clave de ese “encierro”, para el espectador avisado, es ver quién simula ser lo que no es o, dicho de otro modo, quien se hace pasar por paciente siendo él mismo terapeuta y en eso se va hora y media larga de función. Conforme van sucediéndose las pruebas, se incrementa la tensión entre los varones y se van descubriendo inquietantes antecedentes en todos, hasta que finalmente se descubre el pastel, vinculado a los malos tratos. La trama, por tanto, es bastante tópica y tiene su puntito bienintencionado que permite un final feliz. Quizá lo más original es que son más de uno los que fingen ser lo que no son y lo bien organizado de la celada para sacar a la luz el comportamiento punible de un mal bicho. El autor ha logrado seis personajes “creíbles” y coloca algunas trampas para avisados que encajan al conocerse el desenlace, aunque al malo, el carácter peor dibujado con diferencia, se le descubre pronto. Los diálogos, bien escritos, evitan la monotonía, pues pautan bien la información que se va desvelando y contiene dosis agradecidas de humor y tensión. La dirección de Veronese es muy “argentina”: ritmo vivísimo, diálogos entrecruzados y en apariencia caóticos y superpuestos y un movimiento de actores sabio y “cinematográfico”, creando diferentes planos que obligan al espectador a mirar como en un partido de tenis: de lado a lado del escenario.

Los seis intérpretes empastan bien y brillan porque logran dar verdad a la situación que viven o simulan, lo que se hace evidente en el instante preciso en que el drama golpea a un espectador cómodo en el tono de comedia en el que se mueve la obra hasta los diez minutos finales. El público disfrutó, aplaudió dos réplicas y ovacionó largamente al elenco.

POR Víctor Iriarte. Publicado en Diario de Noticias el martes 8 de marzo de 2016.