Crítica de danza de Teobaldos en Diario de Noticias de «Your majesties», de Vortice Dance (Portugal), en el Teatro Gayarre
CRÍTICA DANZA.
COMPAÑÍA VORTICE DANCE (PORTUGAL). Dirección y coreografía: Claudia Martins y Rafael Carriço. Programa: Your Majesties. Bailarines: Martins, Carriço, Kurlikova, Nurminen, Negru y Osolos. Animación: Carriço y Rui Zilhao. Organización: Fundación Gayarre. Fecha: 12 de noviembre de 2015. Lugar: Teatro Gayarre. Público: floja entrada (17, 13, 8 euros).
Paso a dos en la batalla
El título Majestades de la magnífica compañía portuguesa hace referencia al comienzo del discurso de Obama al recibir el Nobel de la Paz. Discurso que sirve de fondo al impactante comienzo del espectáculo. Como el propio Obama dijo en ese discurso: “Nobel al comandante en jefe de un ejército entre dos guerras”. A partir de esa contradicción, se desarrolla la propuesta de los bailarines, insertados en unas coreografías multidisciplinares y tecnológicas que invaden -para bien- el movimiento corporal, y, a la vez, nos asombran por su potencia visual y novedosa, y por la nítida y excelente realización. Todo con el fondo de denuncia en dos frentes: la frivolidad de la vida occidental mientras se suceden las guerras; y el deterioro del planeta para las generaciones futuras. Estas representadas por unos niños de escayola de excepcional impacto visual. Como la nube-gusano amenazante (no sé si polución o nuclear) en continuo movimiento.
Hay que decir, de entrada, que estamos ante un espectáculo de indudable progreso en los media, con unos bailarines excelentes que cuadran muy bien la simetría cuando se lo proponen, tienen una sólida base clásica, y saltan a técnicas dancísticas novedosas, como, por ejemplo, la barra vertical -que, por cierto se está poniendo de moda-. Y es un espectáculo muy entretenido. Quizás demasiado bello, para aportar tragedia a lo que siempre subyace: la violencia.
La primera parte, más entreverada de disciplinas, muestra muy bien la confusión, la contradicción, y, sobre todo crea una gran expectación, a partir de lo que aparentemente es más sencillo -aunque de extraordinaria complejidad de realización- como es el ir vistiendo a las escayolas con proyecciones: logran revivir, hacerse escuchar poderosamente. Y los bailarines acentúan el discurso, perdiendo protagonismo.
Cuando el cuerpo de baile, o los bien realizados pasos a dos, se desprenden de toda esa tecnología, casi quedan un poco en inferioridad de condiciones, porque surge ya la danza convencional, con algunos pasos y cuadros excelentes, y otros no tan novedosos. A mi juicio, la compañía se luce más en aquellos en los que la música es más definida, por ejemplo, la danza con las pistolas y el preludio número cinco de Rachmaninov de fondo; o los intimistas pasos a dos con muleta y Chopin (el preludio nº 4 de la op. 28). O el magnífico paso a dos en rojo. Las músicas de Glass, Nyman… son más indefinidas, y están bien bailadas gracias a la disciplina del conjunto. Y queda menos creíble el alboroto de la batalla -muy bien hecho en pantalla- pero que precisa despojamiento del rictus de bailarín para darle dramatismo. Espléndido el último número -de nuevo tratamos de olvidar las guerras- con la compañía despreocupada -eso sí, con una pistola en la mano siempre-, bailando el Americano de Sophia Loren.
Es un espectáculo para gustar a todo el mundo. Una pena que la entrada fuera floja; el concepto de danza contemporánea asusta al público; quizás se empezó por mostrar lo más complicado -como con la música clásica- por aquello de las rupturas, y el público se retrae.
Por Teobaldos. Publicado en Diario de Noticias el domingo 15 de noviembre de 2015.
Comentarios recientes