Crítica de teatro de Víctor Iriarte en Diario de Noticias de «Microcosmos», por los alumnos de la Escuela Navarra de Teatro
CRÍTICA TEATRO
MICROCOSMOS. Autor: Textos de Javier Tomeo y Alberto San Juan Intérpretes: Estibaliz Balda, Alazne Corral, Irati del Valle, Sergio Izpura, Xabier López, Andrea Pazos, Samuel Quel, Garazi S. Martín, Jon Aldaya, María Sánchez, Ana Etxeberria, Kasandra Fernández, Pello Flamarique, Estibaliz Guardado, Iñigo Izurzu, Rubén Martín, Mikel Martínez, Lydia Ruiz, Gabriel Vizcay y Oskia Zabala Dirección: Ramón Vidal Lugar: Escuela Navarra de Teatro Fecha: Viernes 5 de junio Público: Cien espectadores.
Fin de curso en B/N
A raíz de los recortes presupuestarios, la Escuela Navarra de Teatro reordenó su programa de formación y redujo de tres a dos los años en que imparte formación intensiva a sus alumnos. El montaje final de curso, que habitualmente ocupaba a la promoción que concluía sus estudios, ha reunido en esta ocasión a todos los alumnos matriculados, 20 en total. El montaje lo ha dirigido con tino un hombre de la casa, Ramón Vidal.
Microcosmos tiene mucho de ejercicio de escuela de teatro. Son textos breves, mayoritariamente de Javier Tomeo, singular escritor zaragozano, fallecido hace dos años, siempre un poco al margen del mundillo literario y cuya calidad le llevó a ser propuesto para el premio Nobel. Aunque dramaturgo al uso, en Microcosmos se ha tirado de la magia de sus narraciones breves. Fue un maestro del cuento (Historias mínimas, Problemas oculares…), caracterizados por su lirismo, dosis notables de ironía, destellos absurdos y una mirada perpleja al ser humano, materiales que dan mucho juego cuando se trabaja con estudiantes de teatro, pues permiten dramatizar emociones muy diferentes en situaciones concretas. Hay también textos de Alberto San Juan, actor muy popular también volcado en la escritura dramática, aunque su teatro es mucho más terrenal, directo y político.
El montaje se basa, por tanto, en dos escrituras diferentes, una más explícita y otra más simbólica, que Ramón Vidal ha empastado muy bien hasta dar un sentido unitario a su propuesta. ¿Cómo? Apostando por un teatro más lírico que dramático, marcando un ritmo exigente a cada escena y sacrificando la progresión dramática en favor del gusto por escuchar. Salva de esta forma las trampas de la narrativa de Tomeo, muy literaria, con “palabros” siempre peligrosos en un escenario, pues nadie utiliza “lontananza” y similares en sus conversaciones del día a día. En este ejercicio de búsqueda de la coherencia, también la puesta en escena es marcadamente surreal. Un espacio vacío del que cuelgan sillas y mesas a distintas alturas; objetos que, en algunos momentos, recuperan su uso. Por ese espacio se mueven todos los intérpretes en una coreografía precisa y descontextualizada que contribuye entre escena y escena a crear el marco preciso para la escucha de cada relato. También ayuda la selección musical. Todos los intérpretes visten en la escala completa de grises que van del blanco al negro, lo que traslada el montaje a un estadio fuera del espacio y tiempo que le viene al pelo.
Los intérpretes demuestran que han ensayado duro a lo largo del curso y han interiorizado las pautas de dirección. El trabajo de cuerpo ha sido intenso y se mueven como un ente unitario en las escenas colectivas, sin fallos. Algunos y algunas destacan más que otros, algo que se hace evidente en la forma de decir los textos, pero ninguno desmerece. Con este tipo de propuesta, todos tienen su oportunidad frente al público y no la desaprovechan. El espectador entra rápido en el juego y sigue con interés el montaje, muy condensado en poco más de una hora. Se echa en falta un programa de mano para identificar mejor autoría e intérpretes. Hay tres oportunidades más para disfrutar: miércoles 11 y jueves 12 a las 20.30 horas y viernes 13 a las 20 horas.
POR Víctor Iriarte. Publicado en Diario de Noticias el martes 9 de junio de 2015.
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