CRÍTICA TEATRO

Pequeña suite emocional. Texto, música, dirección, interpretación y producción: Roger Álvarez Istúriz. Lugar: Escuela Navarra de Teatro. Fecha: Domingo 29 de marzo. Público: Un tercio, unos 100 espectadores.

Cinco canciones y una vida

Roger Álvarez (Pamplona, 1957) se inició en el teatro en El lebrel blanco, el mítico grupo que protagonizó la Transición en el teatro pamplonés de la mano del recordado Valentín Redín. En 1975 fue a Madrid a estudiar una carrera, pero le pudo la vocación y está a punto de cumplir 40 años sobre las tablas. En este tiempo, sólo en tres ocasiones había actuado en Pamplona, así que aquí es prácticamente un desconocido, máxime con un nombre propio tan poco “foral”. No siendo popular, es un rostro conocido de la pequeña pantalla, porque ha tenido papeles en todas las grandes series de las últimas décadas: Turno de oficio, Policías, Cuéntame, El comisario, Los Serrano, Hospital Central, Los hombres de Paco, Amar en tiempos revueltos, Tierra de Lobos, Gran Reserva: El Origen y, ahora mismo, en El Ministerio del Tiempo. En teatro ha trabajado sobre todo en musicales, como Godspell, Cabaret o Los hijos del Capitán Grant, y presume de haber cubierto 15 años de trabajo ininterrumpido con sólo tres títulos, que ya es mérito.

Roger Álvarez tiene una excelente voz, muchas tablas y demuestra ser un estupendo vendedor de sí mismo. En Pamplona estrenó un espectáculo misceláneo que, dicho mal y pronto, es un recital de sólo cinco canciones propias para solista y coros: un fado, un vals criollo, una canción de autor, una habanera y una samba. Sólo la última necesita todavía algún retoque o más ensayos. Claro que cinco temas musicales no dan para hora y media de representación, así que entre medio este actor (y guitarrista heterodoxo) va desgranando la historia de las canciones, que es la de su vida y sus circunstancias, con abundante anecdotario y pinceladas humorísticas. Hay un guión tenue que todavía sería mejor si profundizase en ambientes y personajes que ha conocido, pues no hay duda de que su labia engancha.

Sus canciones hablan de ciudades que ha visitado, de mujeres que ha conocido y de estados de ánimo que ha disfrutado o padecido. La  mejor virtud de la propuesta es su humildad, con una puesta en escena sencilla. Ofrece un encuentro intimista con el público y logra su complicidad al invitarlo a cantar con él. Los ensayos a dos o tres voces son la parte sustancial, y más desprejuiciada, de este encuentro que ha querido estrenarlo en su ciudad natal. Ahora es de esperar que lo volvamos a ver sobre las tablas, encarnando a personajes ficticios, para recuperarlo de todo.

POR Víctor Iriarte. Publicado en Diario de Noticias el domingo 5 de abril de 2015.