Obra: Una más y nos vamos. Autores: Carolina Noriega, Mauro Muñiz de Urquiza. Dirección: Manuel Gancedo. Intérpretes: José Luis Gil y Mauro Muñiz de Urquiza. Lugar y fecha: Teatro Gayarre, 01/09/2013. Público: dos tercios de la sala.

El pub de la comedia

El actor y monologuista Mauro Muñiz de Urquiza (o Don Mauro) firma el texto de Una más y nos vamos, comedia que coprotagoniza con una conocidísima cara de las series televisivas de producción española: José Luis Gil. Vaya por delante que me parece una muestra de ambición saltar del terreno conocido de los monólogos al infinitamente más complicado mundo de la creación dramática. Denota afán de superación y una saludable inquietud por explorar todos los rincones del fenómeno teatral, amén de una actitud nada acomodaticia. Pero también me parece que, bajo la estructura dialogada y el esquema de conflicto sobre los que se arma Una más y nos vamos, se transparenta bastante la querencia a los códigos de la stand-up comedy.

Una más y nos vamos es una comedia de tipos opuestos que se hacen amigos. Lo que en cine se llama una buddy movie, una película de colegas, que mejor funciona cuanto más opuestos sean los protagonistas. Aquí lo son bastante. Poco en común tienen Charlie, el descarado dueño de un bar de copas, y Humberto, un notario mojigato que cae en el pub del primero vestido de mozorro, como se dice por estos lares, buscando pan para torrijas. A partir de ese encuentro delirante, la primera parte de la obra se centra en mostrar las personalidades de ambos personajes y en poner las bases para justificar su amistad. Algo necesario, pero que seguramente tendría que haberse resuelto con bastante mayor celeridad para entrar en la verdadera sustancia de la pieza, que se presenta pasada casi una hora de espectáculo: los intentos de Charlie por tener un hijo con su mujer son infructuosos, y aquí es donde Humberto podría aportar su granito de arena, por así decir. Una idea que daría para construir una comedia plausible si el foco se hubiera puesto antes sobre ella. Casi sin pensar, acuden a la imaginación situaciones que podrían dar juego: en los intentos de uno por convencer al otro, en la planificación de los preparativos, en la rivalidad por un supuesto derecho de paternidad, en las dispares ideas que cada uno pueda tener sobre la criatura… Todas estas cosas más o menos se rozan, pero, en mi opinión, este es el material que debería sustentar la trama. Cuando se pone sobre las tablas, queda poco tiempo para desarrollar una historia.

Una más y nos vamos se estructura como una obra de escenas. Sus diálogos son ágiles, pero circulares. No progresan. Bueno, si se trata de despertar la risa en un sector del público, supongo que resultan eficaces, aunque creo que a veces se abusa de recursos facilones, cargando las tintas en la exageración de las interpretaciones. José Luis Gil es un actorazo de comedia, pero está aquí por debajo de lo que puede dar. Cierto es que Mauro Muñiz de Urquiza está cumplidor en el papel de camarero sinvergüenza, pero buena gente, que se ha creado. En cualquier caso, muchas escenas me suenan más como monólogos a dos voces que a verdaderas conversaciones dramáticas. Creo que hay una pretensión por buscar la comicidad más en los gags verbales o en recursos ajenos a la trama, como los superfluos vídeos entre las escenas, que en el desarrollo de la acción y el ritmo de la obra termina por resentirse.

Pedro Zabalza en Diario de Noticias y en oscuro final.com