La Convocatoria de ayudas a proyectos de artes escénicas y musicales del departamento de Cultura benefició por primera vez este año a la Asociación de Profesionales de las Artes Escénicas de Navarra, Napae,  con 127.700 euros. Sin embargo, aunque todo parece indicar que este colectivo firmará el convenio con el Ejecutivo la semana próxima, hay una parte importante de los socios que no está de acuerdo con la orientación que ha tomado la entidad al elaborar y concurrir a las subvenciones con un proyecto basado en la programación y distribución teatral. Este enfoque empresarial es lo que ha generado un fuerte debate interno dentro de la asociación, que esta semana celebra una asamblea.

En concreto, el proyecto de Napae se articula a través de una fórmula inédita en esta convocatoria. El primer paso consistió en diseñar un programa con los espectáculos de los artistas y compañías asociadas. A continuación, se envió la propuesta a programadores de toda Navarra para que escogieran las obras que les interesaban, con el compromiso por su parte de hacerse cargo de una parte del caché, de modo que Napae conseguiría la otra parte a través de las ayudas del Gobierno. Y así ha sido. En datos, el proyecto subvencionado ofrecerá 65 actuaciones de 24 espectáculos de una veintena de compañías, además de actividades complementarias agrupadas en cuatro líneas de trabajo: ciclo de lecturas dramatizadas para mayores en emisoras de radio; Work in progress, con montajes en construcción; Oír para ver, con teatro adaptado a personas con discapacidad auditiva, y cuentacuentos para personas con síndrome de down o daño cerebral. En conjunto, toda la programación implica unas cuantas contrataciones para los profesionales navarros, a juicio de Carlos Sotelo, que en estos momentos es el secretario de la asociación en régimen de interinidad, ya que en las dos últimas semanas han dimitido dos juntas directivas por las intensas discusiones que se han producido en el seno del colectivo.

Pero la controversia no es nueva, ya que durante todo el proceso de elaboración del proyecto ha habido opiniones encontradas. Uno de los puntos de disenso se centra en el papel de dos empresas privadas, las distribuidoras Quiero Teatro y TDiferencia, en la gestación de la propuesta. Ambas entidades son socias de Napae, pero en la titularidad del programa figura solo la asociación, «nadie más», subraya Sotelo, que recuerda que, pese a las disputas, esta es una entidad asamblearia «y la mayoría de los socios ha optado por asumir este proyecto».

En palabras del secretario en funciones, aunque no sea perfecta, esta iniciativa «ha logrado que las compañías tengan unas funciones aseguradas este año» y, en su opinión, también es una oportunidad para «dar visibilidad a Napae» en el sector cultural, porque «estábamos un poco desdibujados», y «del mismo modo que OCN o la ENT han conseguido ayudas, nosotros también». De todos modos, Sotelo no quiere erigirse en portavoz de nadie y espera que el clima de conflicto se disipe pronto para que Napae pueda centrarse en «el reto profesional que tenemos por delante». «Hemos accedido a una ayuda pública y ahora tenemos que sacar el proyecto adelante», termina.