Víctor Zegarra Montes debuta en la escritura y la dirección teatral este jueves con el estreno a las 20.00 horas, en la Escuela Navarra de Teatro (ENT), de Lecciones de una mujer cometa, interpretada por Eva Azpilicueta y Txori García Uriz. La obra se podrá ver también el domingo 24 en el mismo escenario. Zegarra es vecino de Pamplona desde hace casi un lustro, ha estudiado en la ENT. Nació hace 28 años en Perú y vivió durante un tiempo en Argentina.

El texto está edificado a partir de retazos de poemas y de textos que el autor, que ya ha publicado dos poemarios, ha ido cosiendo para crear un relato con toques poéticos, pero, sobre todo, «muy visceral». «Los sentimientos están muy a flote y creo que eso facilitará que las personas se identifiquen», comenta Zegarra Montes, que también es músico. Precisamente, este montaje se impulsa desde el Colectivo Salsipuedes, fundado el año pasado de la mano de jóvenes creadores que tratan de abrirse paso en el difícil escenario cultural de Navarra.

El argumento: una mujer llama a la línea de reclamaciones de la felicidad. Le atiende un teleoperador que intenta darle soluciones. Poco a poco establecen una relación, la distancia no impedirá que se enamoren. Lecciones de una mujer cometa parte de un argumento concreto, las conversaciones que mantienen dos personajes a través del teléfono, pero se mueve en el terreno de lo onírico, de la imaginación, para hablar de cuestiones universales como el miedo, la libertad y la felicidad. Buscando la neutralidad geográfica y temporal, los dos protagonistas visten de blanco y actúan en un escenario simple con unos pocos elementos pintados en el mismo color y confeccionados por el escultor Lázaro H. Cano. Así, entre la comedia y el drama, «como la vida misma», transita este texto que discurre en una hora de diálogos dinámicos y monólogos que se convierten en una herramienta para «romper la cuarta pared» e interactuar con el público.

Y es que, el gran tema de este montaje es la comunicación y su contraria, la incomunicación. «Ella es una mujer que anda siempre en las nubes, pero con una cuerda atada a la tierra. Tiene un pasado duro, pesado, vive lejos de su familia, y se lo va contando a los espectadores», explica el autor, que incorpora asuntos de actualidad como la inmigración o la intolerancia. Y el personaje masculino es «como su ordenador interno». «Ella es una mujer de por qués y él intenta dar solución a sus preguntas, a sus dudas», añade Zegarra Montes. Subraya su admiración por creadores como el argentino afincado en Ecuador Arístides Vargas, aunque tampoco olvida a maestros europeos como Samuel Beckett, Harold Pinter o Heiner Müller.

La vinculación del autor y director con la Escuela Navarra de Teatro fue determinante a la hora de escoger al reparto. «A Eva la había visto en La edad de la ciruela y enseguida fui a decirle que era su fan», recuerda, divertido. Y a Txori ya «le había visto en varias propuestas y me gusta su capacidad de expresarse con el público». «Para mí es un lujo trabajar con ellos, estoy aprendiendo mucho», agrega.

La actriz, por su parte, confiesa estar muy ilusionada con el «reto» de dar vida a esta mujer «tan visceral» que tiene muchos monólogos. Además, está encantada con la complicidad que ha alcanzado con su compañero sobre el escenario. Para él, «llevar el peso de todo el montaje entre dos es complicado e implica mucha responsabilidad», pero, a la vez, «llegar a puntos de encuentro y a decisiones rápidas es más fácil». En su caso, lo primero que le llamó la atención de esta obra fue su «calidad literaria», a lo que después sumó la «gran pasión» que su creador ha sabido transmitirles. En cuanto a la interpretación, cuenta que el mayor desafío ha consistido en construir una relación estrecha, íntima, entre dos personajes que no se ven y que se enamoran en la distancia.

Tanto para Azpilicueta como para García Uriz, en estos tiempos difíciles, recibir un texto escrito con tanta vocación es un regalo, y todos, incluido el autor, esperan poder mostrarlo en cuantos más sitios mejor, aunque a priori el panorama no esté para demasiado optimismo. Sin embargo, la creatividad es su «trinchera diaria». «Los actores somos un poco kamikazes, nos damos contra la pared y volvemos a levantarnos», afirma el actor.