El juicio de Dayton. Compañía: Azar Teatro. Dirección y dramaturgia: Javier Esteban Lamarca. Intérpretes: Isaac Bravo, César Martín, Francisco Mateo, Chus de Lara, Cristina Calleja, Mercedes Asenjo, Carlos Tapia, Carlos Pinedo. Lugar y fecha: Casa de Cultura de Zizur Mayor. 16/03/12.

A Dios pongo por testigo

A poco de celebrar el bicentenario del nacimiento de Charles Darwin y el sesquicentenario de su obra capital, El origen de las especies, la lógica llevaría a pensar que sus teorías solo contarían con el rechazo de una minoría ignorante. Según las estadísticas, sin embargo, son mayoría en Estados Unidos los que creen que el creacionismo y las especulaciones sobre el diseño inteligente del hombre deberían ser enseñados en las escuelas en pie de igualdad con la teoría de la evolución. Así que la polémica aún sigue viva. Visto lo visto, recuperar historias sobre este tema no es antropología cultural, es actualidad.

Al igual que el hombre, la trama de El juicio de Dayton también ha tenido su evolución, aunque no me atrevo a decir que su último estadio sea el superior. Bueno, tampoco me atrevo a asegurarlo en el caso del hombre. Los sucesos reales en los que se basa la historia tuvieron lugar en 1925, cuando, en la localidad de Dayton, Tennessee, en pleno Cinturón de la Biblia, un joven maestro fue acusado de haber infringido una ley que prohibía enseñar el darwinismo en las aulas del estado. Treinta años después, Jerome Lawrence y Robert Edwin Lee transformaron la anécdota en una obra de teatro, si bien la persecución de las teorías de Darwin era tomada más bien como una excusa encubierta para criticar el macartismo. Similar espíritu tenía la versión fílmica de 1960, protagonizada por Spencer Tracy y dirigida por Stanley Kramer. Su alegato contra la intolerancia convierte su trama en intemporal.

Curiosamente, la compañía Azar Teatro ha escogido la película de Kramer como fuente para su espectáculo en lugar de la obra de teatro original, lo que habría parecido más lógico. Confieso desconocer el texto de Lawrence y Lee, pero, a la vista de los resultados, he de reconocer que basarse en la película no puede considerarse un desacierto. La adaptación está muy bien conseguida. Aunque la esencia de la acción sucede en la sala del juzgado de Dayton, hay un número importante de escenas que tienen lugar en otras localizaciones. Se ha hecho un esfuerzo importante por transportarnos de un emplazamiento a otro sin apenas interrupciones, y, efectivamente, no ha terminado apenas una escena cuando ya, sin apenas cambios escenográficos ni salidas o entradas de actores, nos encontramos ya en la siguiente. Todo ello da a El juicio de Dayton un dinamismo y un sentido de la continuidad muy meritorios.

La trama ideada por Lawrence y Lee tiene el interés de no ser una historia maniquea, sino que da a cada personaje su parte de razón. El coronel Brady no es el clásico fanático sin conciencia, sino que se debate entre la defensa a ultranza de sus ideas y su sentido de lo que es justo. Por su parte, las ideas de su antagonista, el abogado Drummond, tienen el contrapunto perverso de su aliada, la cínica periodista Hornbeck. Al mismo tiempo, Drummond y Brady están vinculados por una antigua relación de amistad. Hay una red de relaciones con una complejidad que enriquece la historia. Me da la sensación, no obstante, que, en muchos casos, los actores no han logrado sacar partido de esta abundancia de matices. Sin personalizar, las interpretaciones me parecen muchas veces estereotipadas, como si las elaboradas frases del texto fueran más un obstáculo que una ayuda para atraer la atención. Afortunadamente, veo a uno de los protagonistas, Carlos Pinedo, más o menos a salvo de esta línea general, dando vida a un Drummond relativamente sólido y creíble. El otro personaje principal, Brady, encarnado por Carlos Tapia, me parece más irregular, tal vez por una escena final en la que se intenta un clímax dramático que resulta algo forzado. Y me quedo también con el trabajo de Isaac Bravo en su trío de personajes (amén del mono, protagonista oculto de esta historia).

Pedro Zabalza. Diario de Noticias