Juan Salvador Tramoya. Dirección: Miguel Bregante. Intérprete: Diego Hinojosa. Lugar y fecha: Escuela Navarra de Teatro, 19 y 20/10/13.

Un hombre sin historia

La compañía chilena La Mona Ilustre nos visitó hace un par de años con Los peces no vuelan, una historia con un punto de ingenuo romanticismo, muy bien presentada, con una puesta en escena rigurosa que evidenciaba un buen conocimiento del medio y unas encomiables ganas de arriesgar en busca de nuevos modos de mostrar su trabajo. Regresan ahora a la Escuela Navarra de Teatro con un espectáculo muy diferente: una obra para un solo personaje, sin palabras salvo alguna frase convencional, basada (obviamente) en el gesto y la mímica, sin desechar tampoco el juego con los objetos que forman parte de la escenografía. Juan Salvador Tramoya es la historia de un hombre sin historia. Un gris empleado de un teatro (podría ser también un gris empleado de banca o un gris oficinista; importa sobre todo esa calidad grisácea), que barre un camerino mientras sueña con llegar a ser un artista. Imaginación no le falta: cualquier cosa le sirve para evadirse de su tediosa tarea y transportarse (y transportarnos) a un extraño planeta desconocido donde le persiguen amenazadores alienígenas, o a lo que parece el fondo de un acuario, donde los movimientos son lentos y se habla con gorgoteos. Los objetos comunes se convierten en sus manos en otras cosas, como si tuviera el don de transformar la realidad a su antojo. En cierto modo, sí que tiene ese poder. Es la magia de la convención: las cosas son lo que él y nosotros establezcamos que sean.

Juan Salvador Tramoya es, por tanto, un espectáculo personal. Unipersonal. Y gran parte de su éxito o su fracaso descansa sobre la capacidad del único actor, que tiene a su cargo convencernos del interés de la propuesta y mantenerlo durante algo más de una hora. En este sentido, las capacidades interpretativas de Diego Hinojosa están fuera de toda duda. Hace gala de una excelente vis cómica, encarnando a un personaje apocado pero entrañable, cuyas acciones tienen algo de un absurdo sentido práctico. Un poco al estilo del inolvidable Mr. Bean, salvando las distancias y sin pretender establecer comparaciones absolutas: es solo un parentesco lejano. Asimismo, Hinojosa demuestra un dominio más que considerable de las claves del teatro físico y del clown, que son los rasgos predominantes en el tono del espectáculo. Sin olvidarnos tampoco de su capacidad para acompañar las acciones con sonidos, en una exhibición de precisión y, por qué no decirlo, de derroche corporal.

Establecido el mayor de los reconocimientos para la labor del actor, habrá que señalar, no obstante, el punto débil del espectáculo. Para mí, a este personaje sin historia le falta precisamente eso, una historia. Lo que tenemos es un punto de partida, una situación prometedora, pero al espectáculo le falta un cierto desarrollo para convertirse en algo más que una colección de sketches. Eso sí, la ejecución de estos es magnífica y eso hace que el montaje tenga momentos muy buenos, que consiguen que la visión de este Juan Salvador Tramoya merezca la pena.

Pedro Zabalza en Diario de Noticias y en el blog oscurofinal