CRÍTICA TEATRO

POR LA ESPALDACompañía: La Puerta Roja (Navarra). Autor: Josu Castillo. Director: Ángel Sagüés. Intérpretes: Ventura Ruiz, Josu Castillo, Roberto Martínez, Rosa Nagore, Carmen Martínez, María Gastón, Koki Villacorta e Imma Estapé. Lugar: Casa de Cultura de Burlada. Fecha: Sábado 23 de abril. Público: 500 espectadores, lleno. Estreno absoluto.

Memoria sobre el escenario

Mucha expectación para ver la que se anuncia como la primera obra de teatro que aborda el tema de la Guerra Civil en Navarra, mérito de Josu Castillo tras un laborioso proceso que se inició hace dos años. La propuesta tiene dos partes diferenciadas y dispares: en la primera y la última escena, de carácter poético y político, brechtianas, se ve claramente la mano del director, Ángel Sagüés, pues es el estilo que mejor domina. La obra se inicia con los actores vestidos de calle arrodillados frente al público, en el cementerio de las botellas, bajo la sombra siniestra del Fuerte de San Cristóbal. Escarban la tierra en busca de los nombres propios de los allí enterrados. Regresan a proscenio al final para elaborar un discurso colectivo que interpela a los espectadores y vindica la dignidad de los 3.500 asesinados y la memoria histórica: que se sepa qué sucedió y el porqué de aquella orgía de sangre. La puesta en escena, de gran fuerza visual en su aparente sencillez, se cierra con la lectura de los nombres de los muertos, comenzando por los burladeses. Mueve y conmueve al público, que apaga con aplausos las voces.

Entre medias se desarrolla una obra ambientada en la tarde del domingo 19 de julio de 1936, 24 horas después de que el Ejército se amotine en Pamplona. Josu Castillo sigue con bastante fidelidad libros y audiovisuales publicados sobre lo sucedido en la capital en esos terribles primeros días. Sitúa la obra en la sombrerería-corsetería de Fanny Valentín, prima carnal de la pamplonesa Lucía Carmona, esposa del comandante de la Guardia Civil José Rodríguez-Medel, asesinado la tarde anterior a traición por sus propios números. El comercio y las dos mujeres existieron y son personajes centrales de Por la espalda.

El drama “de época” evidencia los limitados recursos del autor, pues esos 50 minutos son planos, de carácter narrativo y sin progresión dramática. En la primera escena, la propietaria del comercio y su joven ayudante no dialogan entre ellas, sino que vierten información al público a cucharadas. Hay escenas dramáticas, románticas y costumbristas, un batiburrillo que dispersa la atmósfera espesa que se pretende y resulta contradictorio si Fanny ha perdido un familiar y el ex novio cuenta con pelos y señales lo que se les viene encima. Ese es fallo notorio: ese personaje maneja información sobre la represión que no se sabía ese día (usa la palabra “Cruzada”, que tardará un mes en pronunciarse), por lo que su comportamiento peca de inverosímil. Se puede decir que el texto desaprovecha el principal material dramático que reclama la trama: la tensión y el miedo que genera la incertidumbre. Y se retrata especialmente en el dibujo del “malo”, el requeté tonto, lascivo y enmadrado, que además saluda como falangista. La salida del escondite, que provoca risas, debe corregirse.

Ventura Ruiz se sobrepuso a los nervios del estreno y ganó en intensidad y fuerza progresivamente en su rol de Fanny, logrando sus mejores momentos en su encuentro con la viuda, interpretada con mucha verdad por Carmen Martínez. La hija del asesinado no debería sonreír en escena, pues desmerece su tragedia. El elenco pisó con seguridad la escena y proyectó acertadamente lo que marcan sus papeles. La escenografía no estrictamente realista es brillante y la visión del comercio desde dos lados opuestos es un recurso muy logrado para dar sensación de acorralamiento.

POR Víctor Iriarte. Publicado en Diario de Noticias el jueves 28 de abril de 2016.