- by Victor Iriarte Ruiz
- on 15th julio 2015
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Diario Lanza de Ciudad Real: Crítica de «Calderón cadáver», por Francisco J. Otero
Lapita Teatro actuó en La Veleta
«Calderón Cadáver» abrió el Off con un sueño desacompasado
Francisco J. Otero
Almagro
Se levantó el telón del Almagro Off con Calderón Cadáver, de LaPita Teatro y EscénaTe. El Off es el Off y el riesgo es consustancial a las propuestas que acoge La Veleta. Ésta partía de una idea casi temeraria: tomar a Calderón y su La vida es sueño como el primero de los nueve autores que, con el juego del ‘cadáver exquisito’, escribieran una obra. La técnica consiste en que un autor continúa lo escrito por otro, conociendo sólo la parte final de lo que su antecesor hizo. Siempre, eso sí, con los temas de La vida es sueño.
Había muchas posibilidades de que a lo que saliera se le vieran las costuras, y así fue. Había muchas posibilidades de que los cambios de ritmo y tono entorpecieran la obra, y así fue. Y eso que Calderón cadáver tiene la suerte de contar con una actriz excepcional, Elena Tur, capaz de hacer creíble, con absoluta naturalidad, todas las transformaciones a las que se ve sometida por los vaivenes argumentales. Estuvo acompañada por Paco Gámez, del que nació la idea de la obra, aunque la dirección es de Ernesto Arias.
Lo que salió, a grandes rasgos, es un hombre y una mujer, encerrados en una habitación, de la que no pueden salir, viviendo una vida mecánica, rutinaria. Ella, en un momento, se rebela, pretende ir a Dansk, ser libre, tomar decisiones. Él, tras dudar, la sigue. Cuando derriban los muros imaginarios, se encuentran con los espectadores, dioses o diablos, que con su imaginación le dan vida a la Vida. Aparecen los lobos, amenazas intuidas, que pretenden reducir a los que se atreven a soñar, cortarle las alas al pajarillo que se esconde en la cabeza de cualquier niño, para que así, sin anhelos, pueda ser feliz. Al final, la mujer, se atreve a dar el salto y salir del escenario, pero vuelve para rozar a su compañero, que permanece dentro de la habitación.
Existencialismo
Hay, rondando por todo el montaje, un existencialismo social, por paradójico que suene, que parece haber vuelto, después de más de tres décadas. No sólo en este Calderón Cadáver, sino en el ambiente teatral más atrevido, flota la pregunta de siempre, el ¿qué hacer? ante lo que está ocurriendo, pero vista como una decisión personal, como una reflexión individual, que recuerda, vagamente, al teatro de Ana Diosdado, que estará pronto por Almagro, más que al de Alonso de Santos. Por supuesto, es sólo un aire de familia, con técnicas diferentes, sin apenas cortapisas, dejándose siempre seducir por la originalidad, una diosa no siempre magnánima. Quizás sea sólo un ‘déjà vu’.
Calderón cadáver abrió, pues, el Almagro Off reafirmando, una vez más, que andar por el filo es peligroso, pero que sólo así se encuentran ciertos tesoros.
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