Crítica de danza de Teobaldos en Diario de Noticias de «La consagración de la primavera», de Cienfuegos Danza, en el Teatro Gayarre
LA CONSAGRACIÓN DE LA PRIMAVERA. Intérpretes: Compañía Cienfuegos Danza. Dirección y coreografías: Yoshua Cienfuegos. Programa: Furtivos, con música de Joan Valent; La siesta de un fauno, con música de Claude Debussy; La Consagración de la Primavera, con música de Igor Stravinsky. Programación: ciclo de la Fundación Gayarre. Fecha: 30 de abril de 2015. Lugar: Teatro Gayarre. Público: no llegó a media entrada.
Una consagración con cuerpo
El bailarín, coreógrafo y maestro de danza Yoshua Cienfuegos (Oviedo 1973), afincado, con su grupo, en Valencia, tiene ya un largo recorrido en el arte de Terpsícore; y no sólo en nuestro país; sus trabajos en Sudamérica son muy reconocidos. La compañía Cienfuegos comenzó su programa con Furtivos, una obra pretendidamente dispersa, donde los bailarines, más que acercarse -haciendo honor a la célebre frase “mi cuerpo continúa en el del otro”-, parecen repelerse. Son movimientos muy individuales, cada bailarín ocupa el espacio, y cuando colisionan, lo hacen con una coreografía más bien brusca, cortante. La coreografía, a excepción de ese andar trascendente que queda un poco obsoleto, aún en su abstracción, transmite fuerza.
La Siesta de un Fauno, con música de Debussy es un clásico que Yoshua aborda con mirada propia, pero desde la tradición: el vestuario esta muy conseguido y hace un guiño a Nikinsky. Maynor Chaves ejecuta estupendamente los canónicos movimientos zoomorfos, Leticia Ñeco, lo secunda con delicadeza. La música de Debussy no parece condicionar el movimiento, más bien crea una atmósfera, porque el fraseo del bailarín es más bien cuadriculado, forzando los músculos y de remate brusco. Eso si, bien hecho, impregnado de la sensualidad de la música, pero en su lado más salvaje; el elemento esférico da buen juego y esta bien usado, se desliza, controlado, por la música.
Debussy, oficialmente, tenía gran consideración por Stravinsky, pero, con bastante mala baba, también le aconsejaba que no perdiera su rusidad; y es que Stravinsky fue, quizás, el primer gran compositor que plantó cara al impresionismo; su ballet, aún comenzando con unas notas del himno nacional lituano, es plenamente europeo, lejos de los cisnes. Para la tradicional ystravinskyana celebración dancística que el Gayarre hace de la primavera, Yoshua ha traído una Consagración de fuste y fortaleza, en cuerpos de estética robusta, movimientos rotundos, vestuario original -que identifica al grupo e iguala los sexos en los diversos roles- y una coreografía que, salvo detalles muy concretos, no especifica muy concretamente la narración de la historia -juego del rapto, ronda primaveral, cortejo del sabio…-, sino que incide en la poderosa y violenta trama de la obra. El comienzo tiene algunas simetrías previstas no tan cuadradas, pero, a medida que avanza la obra, el grupo ofrece una compacta y férrea traducción corporal de la que es una de las más exigentes partituras de ballet. Los bailarines están más pegados a la tierra, a su polvo violento, que a vuelos líricos, ni siquiera e los tramos más amorosos, donde los pasos a dos obedecen más a impulsos que a ternuras. Es una Consagración acentuada, casi sufrida, por unos bailarines incansables, que plantan cara a esa música que a todos nos aturde y que siempre escuchamos y vemos con asombro.
Por TEOBALDOS. Publicado en Diario de Noticias el miércoles 6 de mayo de 2015.
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