CRÍTICA TEATRO

Muchas noches, buenas gracias. Autor: Joseba Espeso. Intérpretes: Andoni Agirregomezkorta y Lander Otaola. Dirección: Iker Galartza. Lugar: Casa de Cultura de Beriain. Fecha: Viernes 24 de octubre. Público: Doscientos espectadores, casi lleno.

Una disparatada gala

Por su pasado minero y población de todo el país (un censo mostró vecinos nacidos en las 50 provincias españolas), Beriain es una de las localidades con personalidad más acusada de Navarra. Con sólo 3.500 habitantes, se ha sabido dotar de una completa gama de instalaciones sociales y deportivas y puede presumir de ser de las primeras que tuvo un auditorio en condiciones para las artes escénicas. En el antiguo cine de “Potasas” nacieron los Tahures Zurdos y se le tiene cariño entre la gente del teatro, puesto que siempre ha estado a disposición de los grupos pamploneses para, gracias a su relativo aislamiento y periodos sin actividad, preparar y ensayar con calma sus montajes. La crisis económica ha sido dura y en los tres últimos años no ha habido programación, más allá de la actividad generada por grupos locales, entre ellos un taller de teatro y una compañía aficionada. Por eso es una buena noticia que este otoño haya recuperado un ciclo específico. El temor a que la afición se hubiera dispersado con el parón se ha disipado pronto con una inteligente programación, basada en el humor, precios populares y un horario diferenciado, viernes a las 9 de la noche, bien adaptado a los ritmos del público mayoritariamente femenino. La respuesta ha sido satisfactoria.

La cita estrella del ciclo fue la presencia en el escenario de un actor tremendamente popular, Andoni Agirregomezkorta, líder de la segunda etapa de ¡Vaya semanita!, el conocido espacio de humor de la ETB. Uno de sus guionistas ha escrito esta comedia, que hila esketches desiguales relacionados con una única situación: una entrega de premios a las más variopintas actividades, desde la medicina a la gastronomía o el deporte. Ello permite a los dos únicos actores representar a una veintena de personajes diferentes (con sus consiguientes cambios de vestuario), subir al estrado, agradecer el galardón y soltar una ristra de tonterías, algunas muy graciosas y en general relacionadas con temas de actualidad, que lograron hacer estallar en carcajadas al público, muy entregado desde el primer minuto.

El montaje está bien dirigido y mantiene un ritmo constante de entradas y salidas de los actores ayudado por voces en off que impiden tiempos muertos. Mediada la función, el público descubre que todo es un ensayo y que ambos son dos pobres diablos que han sido contratados para testar las luces, una inteligente solución dramática para justificar la pobreza de medios de la gala (y del montaje), que utiliza unas sencillas proyecciones. Andoni tiene aplomo en el escenario y mantiene el punch cómico que tan bien daba en la pequeña pantalla. Busca el humor con su rostro expresivo y coloca con precisión cualquier frase para lograr efectos cómicos, además de usar otros resortes, como su facilidad para imitar acentos extranjeros. Lander Otaola, intérprete con tablas, ofrece más recursos de cuerpo, lo que le permite mayor variedad en la creación de caracteres, desde un rapero a un suicida. Ambos empastan bien, resuelven con gracia todos los esquetches a pesar de su desigual comicidad y se entregan: al acabar la función, despiden uno a uno a los espectadores en la puerta dándoles la mano. Una propuesta modesta, justa de recursos (no había programa de mano), pero resultona.

POR Víctor Iriarte. Publicado en Diario de Noticias el domingo 2 de noviembre de 2014.