Crítica de danza de Teobaldos en Diario de Noticias de Camille Hanson Company en Civivox Iturrama
CAMILLE HANSON COMPANY. Dirección: Camille Hanson. Intérpretes: Ugne Dievaityte, Polaina Lima y Camille Hanson (esporádicamente otra intérprete). Fotografía y videocreación: Juan Carlos Arévalo. Programa: Staying Alive: the sacrifice of giants. Programación: Ayuntamiento de Pamplona. Danz.espacio de danza. Lugar: Civivox Iturrama. Fecha: 23 de octubre de 2014. Público: casi lleno (3 euros).
La coreógrafa y bailarina estadounidense Camille Hanson está muy preocupada por la ecología y el ruido; y, sus coreografías giran en torno al maltrato a los animales y a la relación del cuerpo con el ruido. Así , por ejemplo, uno de sus más hermosos y potentes trabajos gira en torno a la caza del ciervo; y otro, trata de los miedos del cuerpo ante los ruidos. En el espectáculo que nos ocupa son el mar y sus criaturas maltratadas los protagonistas. Es un trabajo duro. Con el mar de fondo. Sin música. Una mar gruesa, nada placentera, que obliga a los cuerpos de las bailarinas a forzarse al capricho de unas olas más bien embravecidas; cuando no a someterse a las redes del pescador o a los buques factoría. El espectador se encuentra, al entrar en la sala, con el telón subido y las bailarinas ya en el escenario. Sus movimientos son lentos, de pecera, deslizantes, en un ir y venir agobiante en espacio acotado. A partir de ese habitáculo -que nos remite a los delfinarios- se narra la historia de sus habitantes, y vamos pasando desde las libres y hermosas figuras que los cuerpos hacen simulando el surgir y sumergirse los delfines en el agua, hasta su captura en las redes -al final del espectáculo- donde se nos aturde -en una especie de homilía- con cifras espeluznantes de delfines capturados, y el sufrimiento de estos, que supera al de cualquier otro animal porque -se nos narra-, casi sienten como humanos al separarlos de sus familia. Se nos recomienda, además, vivamente, que no visitemos los acuarios, o sea que -supongo que sin saberlo- hemos sido malísimos al disfrutar de las películas de Flipper. Bien.
Fijándonos estrictamente en el espectáculo de danza, hay momentos muy logrados de imitación de colonias de leones marinos, por ejemplo. Y otras representaciones estatuarias -quillas de barco… etc.- van configurando el relato; todo a partir de unos cuerpos disciplinados, que irradian una extraordinaria fortaleza, aún más impresionante por partir del femenino. Pero, también, hay que señalar que, a veces, se abusa de los giros, y que algunas poses -que son bellas- se repiten demasiado, con lo cual se desgastan y pierden vigencia. Hay que tener en cuenta que, al no haber música -aunque el ruido del mar sea otro tipo de música- las bailarinas no tienen asideros, y son los movimientos puros y duros los que cargan con toda la escena. Me sobra la perorata final: también en danza lo menos es más. La potencia de las vídeo-fotos, con la evolución de la red, hubieran bastado. Pero a Hanson le puede la responsabilidad y concienciación ecológica, así que hace bien en hacer apostolado.
Aplausos corteses al final de la representación, premiando un trabajo bien hecho, pero algo ingrato como espectáculo. Eso se pretendía. Y, es que bailar, lo que se dice bailar, todos hubiéramos preferido bailar sobre el mar de Debussy. Pero eso será cuando ya no se capturen delfines.
Por TEOBALDOS. Publicado en Diario de Noticias el jueves 30 de octubre de 2014.
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