Crítica de danza de Teobaldos en Diario de Noticias del 6º campeonato de breakdance de Ansoain
FLOOR IN FLAMES. Programa: 6ª Edición del campeonato de Breakdance (B-Boying) de Ansoain. Programación: Ayuntamiento de Ansoáin. Lugar: frontón municipal. Fecha: 20 de septiembre de 2014. Público: llenas las gradas, con gente sentada en la cancha. (entrada libre).
Tuvimos, hace poco, el festival de Flamenco en llamas. Ahora, y también con protagonismo del virtuosismo en los pies, nos llega la sexta convocatoria de batallas -pacíficas- entre los chicos que rompen el suelo con sus giros, acrobacias, congelaciones estáticas, entrelazados y toda clase de diabluras que ponen en riesgo las cervicales. Son los chicos de la B-boying (les gusta más este término que el de breakdance). Y digo chicos, porque, aunque cada vez más mujeres acceden a este rítmico baile, las pandillas que compitieron en Ansoáin, fueron todas masculinas.
Empezando por el final, hay que decir que los ganadores fueron Nenes Frescos, un grupo heterogéneo (dos de Vitoria, alguno de Madrid…), que se midieron, en la final y en muy buena lid, con el grupo pamplonés Team Rockers. Muy difícil para el jurado concretar a los ganadores, tanto en la final, como en los sucesivos descartes entre las pandillas. Pero no vamos a dudar del jurado, porque sus tres componentes -que ya no son tan jóvenes como muchos participantes- hicieron una demostración de lo que estaban juzgando francamente admirable. Y eso da seriedad y seguridad al concurso. Aun así, a mí, la entrada en pista que hicieron dos de los chicos de Team Rockers en perfecta simetría, con un ritmo rotundo acompasado a la música, y marcando uno de los pocos pasos a dos que vimos en toda la tarde, me pareció digna de premio.
Pero la breakdance es una danza, fundamentalmente, individual. Puede haber empatía con los de tu grupo, pero es la improvisación, el riesgo, la fuerza individual la que manda. Predominan los juegos de pies o trabajos de suelo (Downrock), y el público aplaude, sobre todo, los giros sobre la espalda, o sobre la cabeza; las variaciones de las rodillas enhebradas, y el movimiento congelado del b-boy boca abajo, en ese desplazamiento inverosímil de la vertical a la muñeca, que casi duele, de la dificultad que entraña.
Predomina, también -y esto es algo de lo que se quejan los más puristas, que aquí también los hay- el estilo internacional o que otros llaman el estilo youtube: o sea la repetición global de los vídeos que se ven en la Red. Antes se distinguía perfectamente, el estilo tradicional de Nueva York, el estilo latino, el Bronx, el estilo Toronto, el euroestilo… Pero ahora todos los estilos se revuelven, y, aunque se gana en acrobacia, se pierde en definición, y, sobre todo, se cae en cierta repetición y mimetismo. Aquí vimos de todo: desde los comienzos de ritmos latinos -dando prioridad al ritmo-, hasta los giros infinitos, donde el cuerpo se mueve un tanto ajeno a la música. Por cierto, me llamó la atención que, precisamente, en la exhibición de los miembros del jurado, era el ritmo el que llevaba la pauta. Ahí creo yo que está el campo de batalla.
Excelentes los DJ, en las remezclas de música de jazz, latina, electro, discoteca…, proponiendo esos movimientos que van desde la insinuante provocación a la robótica. Y magnífico el ambiente, tanto entre el público como entre los propios participantes: saludos amables entre los rivales, esplendor de la fibra muscular, y, desde luego, llamaradas purificadoras de todos los mallos rollos. Así nació la breakdance.
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