Crítica de la obra «Olivia & Olivier», de la compañía Majolie D.O., representada en Hegan & Dream de Pamplona
Olivia & Olivier. Compañía: Majolie D.O. Intérpretes: Edurne Arizu y Txus Eguílaz. Lugar y fecha: Hegan & Dream, 24/03/2013.
El sabor no ocupa lugar
Como espectador, me gustan los montajes híbridos, en los que géneros variopintos pasan sin llamar y se despiden a la francesa, como una visita inesperada, pero agradable y que, además, trae pastas. Caminan sobre el filo de la oportunidad, pero, cuando vienen a cuento, estos experimentos de mestizaje enriquecen la pieza y me dan sensación de haber recibido algo extra, una especie de dos por uno teatral. Ahora, confieso que, si tengo que escribir sobre ello, me quedo más tranquilo con la cosa pura, a la que se le pone la etiqueta para que todo el mundo sepa de qué estamos hablando. Olivia & Olivier es, como su título presagia, un espectáculo dual. ¿Es más Olivia o es más Olivier? Bien, en el reparto de protagonismo entre sus intérpretes, la cosa está compensada, pero ¿es más teatro o es más música? Saquemos la caja de las etiquetas: Olivia & Olivier es, sobre todo, un concierto. No obstante, los integrantes del dúo Majolie D.O. no han querido hacer un recital al uso. Han incorporado sobre el repertorio el armazón de una historia, esquemática tal vez, pero tangible. Una vez introducida, su sabor impregna la actitud de los músicos, define la selección de temas y les dota de un sentido subordinado al esquema narrativo. Concierto será, mas concierto dramatizado.
Olivia & Olivier no ocupan apenas lugar, y el poco que ocupan puede ser variable. En esta ocasión, traen su espectáculo a Hegan & Dream, un coqueto espacio en la pamplonesa calle Mayor, cuyas dimensiones abocan a artistas y público a una convivencia íntima, que es precisamente la distancia que el montaje precisa. Probablemente, pueda caber en cualquier otro sitio, siempre que sea lo suficientemente pequeño. Bueno, es un decir, porque Olivia & Olivier se ha representado incluso en la calle, pero es de esas obras cuyo sabor se incrementa con la cercanía.
En la cuarta dimensión, también mantiene su espíritu de síntesis: apenas sesenta minutos, pero en los que cabe una amplia variedad de sabores musicales, desde clásicos del swing como Shine hasta composiciones actuales como Ta douleur de Camille. También en los idiomas, el abanico es amplio: hay temas en inglés, francés, portugués y castellano. No obstante, fieles a una estética con cierto aroma a cine mudo, los intérpretes no hablan entre ellos. La regla de este juego dramático es que lo que no pueda decirse por la expresión o el gesto, ha de comunicarse por medio de la música. Y así, Olivier le toma prestadas a Ben E. King la letra y la melodía del Stand by me para declararse a Olivia; y cuando ambos discuten, lo hacen a ritmo agresivo y cortante de hip hop.
Olivia & Olivier es, como se ve, muchas cosas en cantidades mínimas, un conjunto de trazas que conforman un recital diverso y original. Contribuye a darle coherencia una unidad en el sonido muy marcada por el acordeón de Edurne Arizu (que dota al conjunto cierto aire de bohemia parisina), y por la extraordinaria habilidad de Txus Eguílaz para el ritmo, sea con instrumentos sencillos como el cajón o los bongós, con los zapatos de claqué, con su voz o con su propio cuerpo, en una brillante muestra de percusión corporal.
Pedro Zabalza. en Diario de Noticias y en su blog: http://oscurofinal.wordpress.com/2013/03/28/olivia-olivier/
Comentarios recientes