Este lunes, 25 de noviembre, para conmemorar el Día Internacional de Lucha contra la Violencia de Género, el Teatro Gayarre ha programado No me hagas daño, un montaje con el que la compañía Tanttaka aborda el tremendo «drama humano» que se desencadena cuando un hombre decide establecer una relación de poder y dominación sobre la mujer o mujeres de su vida. Protagonizada por la navarra Maiken Beitia y Alfonso Torregrosa, la obra está dirigida por Fernando Bernués a partir del texto de Rafael Herrero Martínez.

Las entradas para asistir a esta función cuestan 8 euros en el anfiteatro, 11 en palco y 15 tanto en el patio de butacas como en el escenario, ya que sentar a parte del público sobre las tablas es la forma que esta propuesta tiene de «involucrar a toda la sociedad» en un problema que en absoluto es privado.

«Es necesaria una mayor implicación social; incluso de los medios, que durante un tiempo informan mucho sobre este tema y otras veces nada», lamenta la pamplonesa Maiken Beitia, que encarna a Luisa, una mujer que, como tantas otras, al principio «no puede creerse lo que le está pasando e incluso justifica a su marido, Raúl». Alfonso Torregrosa da vida a este personaje, un escritor y profesor universitario, educado y atractivo. «Ese es uno de los aciertos de la obra, rompe los estereotipos que muchas veces se manejan en torno a los maltratadores», y eso hace la obra más «dura» y «contundente», dice el actor, que insiste en que Raúl no es un tipo que sufra porque no tiene recursos para canalizar sus sentimientos. Es más, sus actos son «conscientes y meditados; sabe perfectamente lo que hace», agrega, y también alaba la opción del director de evitar la violencia física para centrarse en la «violencia de miradas, de silencios, de preguntas…».

La primera parte del texto aborda el proceso que vive esta pareja y su entorno más cercano de puertas hacia dentro. Y aquí cobra especial importancia la figura de Paula, la hija del matrimonio. Es el contrapunto de Luisa, «el futuro», dice Beitia, ya que la joven «no está dispuesta a aceptar la situación y ve a su padre como un maltratador y un monstruo». En la segunda mitad, se presenta una radiografía del marido, un hombre frío que nunca pierde los nervios y que «considera que la sociedad está dividida en dos: los fuertes y los débiles». Lo que no dice, claro, es que como él se siente débil en algunos de los ámbitos de su vida profesional, luego paga esta frustración no solo con su familia, sino también con quien se pone a su alcance. Caso de Charo, una joven latinoamericana que se convertirá en nueva víctima de Raúl, «continuando con el círculo vicioso que es este tipo de violencia».

Junto a estos cuatro personajes está el mediador, que representa «la voz del público». Porque está obra también interpela a la gente, la remueve en su butaca para que piense cómo suele comportarse ante estas situaciones. «Hay quien pasa de largo o sube el televisor para no oír los gritos de los vecinos y hay quien pide ayuda; se trata de reflexionar sobre nuestro modo de actuar», dice Torregrosa. Y Maiken Beitia subraya que esta propuesta «intenta poner su granito de arena» para buscar la solución a un «problema muy complejo» que, al contrario de lo que pasa con Luisa, «que es una superviviente», suele acabar mal. Las estadísticas están ahí y son «estremecedoras».