Critica de Pedro Zabalza de «Bits» de Tricicle
Bits. Compañía: Tricicle. Guión y dirección: Tricicle. Intérpretes: Joan Gràcia, Paco Mir y Carles Sans. Lugar y fecha: Teatro Gayarre, 5-9/09/12. Público: tres cuartos de entrada (en la función del 5).
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TRICICLE son grandes. Vaya eso por delante. Son unos tipos que, durante treinta años, han conseguido que en sus espectáculos la calidad y el favor del público vayan de la mano. Algo al alcance de muy pocos. Además, lo han logrado con un estilo basado en el teatro gestual: una apuesta que podría parecer suicida para conseguir éxito comercial. Ellos, sin embargo, la han convertido en una seña de identidad, hasta el punto de que se les utiliza como referencia para describir a quien hace un tipo de teatro semejante, algo no siempre demasiado beneficioso para el otro elemento de la comparación.
La llegada al Gayarre de Bits, su espectáculo más reciente, provoca sensaciones encontradas. De expectación, por lo referido anteriormente: un montaje de Tricicle en perspectiva es una fecha marcada en el calendario con rotulador fosforescente (o con una alarma en la agenda del Outlook, que, en este caso, sería lo suyo). Pero, por otro lado, Bits viene envuelto en un halo de desazón, porque se nos anuncia como el último espectáculo del trío catalán. Sí, ya sé (y ellos también) que esas afirmaciones nunca son del todo categóricas, pero ahí está la intención y el sentimiento que provoca. Nos quedarán después los espectáculos que, previsiblemente, ellos se dedicarán a producir o a dirigir. Nos quedará también Clownic, su compañía B, que es una especie de copia de seguridad de sus espectáculos. Pero no será lo mismo.
Ahora que lo auténtico se convierte en rareza y donde cuesta tan poco hacer infinitas copias virtuales de la realidad, Tricicle explora en Bits el universo cibernético sustentado por la red de redes: Internet. A eso alude, obviamente, el título del montaje. Bueno, en realidad se trata más de una excusa que de una unidad temática real: Internet, como espejo electrónico de la realidad, resulta tan variado como esta, lo que sirve a Tricicle para colar números completamente dispares. No me parece mal. De hecho, lo de los espectáculos temáticos es una apuesta que marcó los inicios de Tricicle (Slastic, con el deporte; Terrrific con el terror, etcétera), pero que, conforme amenazaba con convertirse en una traba más que una ayuda para la creatividad, se ha ido suavizando gradualmente. Ya era bastante tenue en Sit, y en Garrick, prácticamente inexistente. Lo importante es que los espectáculos fueran buenos, y Garrick, por ejemplo es, en mi opinión, uno de los techos de la carrera de Tricicle.
Siento de verdad no poder decir lo mismo de Bits. Y lo siento el doble si realmente este va a ser su último espectáculo, porque una compañía mítica merece despedirse con traca final, y Bits, aunque no es un mal montaje en absoluto, no me parece tampoco que esté a la altura de sus títulos más señeros. Me resulta irregular. Cuando, por emplear terminología informática, esperaría una versión 3.0, me encuentro un espectáculo todavía en beta. Creo que, sobre todo al principio, hay números que están sin cuajar. El secreto de Tricicle siempre ha sido exprimir la situación para ofrecer lo inesperado. Es el sello de la genialidad, lo que los demás no tienen. En Bits muchas soluciones son convencionales. No malas, pero tampoco sorprendentes. Hay excepciones, por supuesto. Parafraseando un viejo lema, lo no tan bueno de Tricicle es mejor que lo mejor de cualquier otro. Las autorreferencias a gags anteriores tienen su gracia, aunque lleven camuflado el amargo sabor de la despedida. Algunos de los momentos del concurso de talentos que cierra Bits roban la carcajada, así como bastantes del episodio de los pescadores. Y curiosamente, para mí, el número estrella es el homenaje a Les Luthiers pasado por el tamiz de Tricicle: una sinergia muy divertida entre dos grupos geniales de humor muy distinto, el de la palabra y el del gesto.
Pedro Zabalza
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