CRÍTICA TEATRO

NÁUFRAGOS. Compañía: La Industrial Teatrera (Cataluña). Dirección: Jordi Purtí y Mamen Olías.  Interpretación: Jordi Purtí y Cristina Soler. Vestuario: Rosa Soler. Escenografía: Jordá Ferrer. Lugar: Plaza de Carlos III de Olite. Fecha: Viernes 22 de julio. Público: 350 espectadores.

Mensaje en una botella

Dos náufragos llegan en flotador a una isla desierta, un óvalo rodeado de público en el corazón de Olite, frente a su ayuntamiento. Allí desembarcan con sus cañas de pescar y su más preciado tesoro, su colección de mensajes en la botella, pescados durante un largo trayecto por el mar, y que les ponen en contacto con los deseos de muchos desconocidos, a quienes escucharemos en off. En ese lugar, los dos supervivientes desarrollan un espectáculo que tiene como eje el juego como forma de superación del miedo, herramienta para la expresión de sentimientos e instrumento de comunicación. Finalmente, oímos el último de los mensajes poniendo la oreja en el vidrio, un mensaje esperanzador: no estamos solos, nunca lo estamos por muy tristes o desafortunadas que las circunstancias nos lo parezcan.

Con apenas media docena de palés, dos cajas de madera y unas cañas de pescar, los dos intérpretes de La Industrial Teatrera construyen todo un rico imaginario que prendó a los espectadores adultos y niños durante una hora y les hizo reír en no pocas ocasiones. Un espectáculo característico de clown de calle, en el que los actores, muy expresivos, apenas tiraron de unas pocas palabras y muchos gestos, miradas y sonrisas para comunicarse entre ellos y, sobre todo, dialogar con el público. Fue una de las claves de su éxito en Olite. El público participó encantado de todas las propuestas que les lanzaron ambos payasos desde el espacio central, desde soplar a cantar o consolar, convirtiendo en cálido un islote que sin ellos hubiera sido muy árido. La otra, haber logrado con un lenguaje moroso introducir en apenas diez minutos a los espectadores en la poética del espectáculo, que nunca cae en la rutina porque continuamente regala pequeñas sorpresas que, gracias a una perfecta y sincronizada interpretación, parecen grandes, como pescar un traje con el que bailar, hacer música con las botellas o jugar con el viento.

Náufragos, estrenado el pasado mes de mayo, es un espectáculo concebido para la calle que se adapta perfectamente a la disposición en arena, puesto que los intérpretes tienen mucho cuidado en girar permanentemente sobre sí mismos para que ninguno de los espectadores que les rodean se pierda ni una sola de las situaciones y gags. La música es excelente y sólo faltó poder disfrutar de la cuidada iluminación, porque la representación comenzó con luz de día y después no se apagaron las farolas de la plaza, lo que sin duda hubiera añadido intensidad e intimidad a la propuesta.

No fue sin embargo el espectáculo que abrió el Festival de Teatro Clásico de Olite a las 21 horas. Una hora antes, Marian Ruiz y César Sánchez, de la compañía navarra En rumbo Teatro, escenificaron en el Patio de Armas del palacio un cuentacuentos, creación propia, con el Quijote como excusa. Lo más sugestivo fue que la obra fue magníficamente re-representada, si se permite utilizar la expresión, en lenguaje de signos con una excelente expresividad de rostro y manos por dos intérpretes jóvenes pero expertas en comunicarse con personas con problemas auditivos, Lucía Burguete y Nuria Asperilla.

El 17º Festival fue inaugurado a las 18:30 horas por el director general de Cultura, Fernando Pérez Gómez, y el alcalde de Olite, Andoni Lacarra García, en un acto dentro del Parador sin presencia de la consejera de Cultura ni de la presidenta del Gobierno de Navarra. Una apertura de perfil bajo, sin un gran espectáculo en el escenario principal del Castillo, pero con el aliciente de la proyección continuada de los 37 cortometrajes del proyecto de The Shakespeare’s Globe The complete walk a partir de cada uno de los 37 textos atribuidos al bardo inglés, del que se conmemora en 2016 los 400 años de su muerte. Cada película está rodada en los escenarios físicos donde el escritor los imaginó. La proyección en pantalla gigante de LED frente al Parador, con excelente sonido e imagen perfecta cuando el sol se retiró, comenzó a las 19 horas con Trabajos de amor perdidos, grabada en el Castillo de Olite puesto que la acción transcurre en el Reino de Navarra (aunque al otro lado de los Pirineos). El cargamento de dueñas y amadas, cuclillos y cornejas, hadas, trasgos, traiciones y crímenes se prolongó hasta las 24 horas a pesar de que el viento provocó las habituales incomodidades a las que nos tiene acostumbrada la localidad. Se volverán a proyectar en un espacio más íntimo y recogido a lo largo de los próximos días.

POR Víctor Iriarte. Publicado en Diario de Noticias de Navarra el domingo 24 de julio de 2016.