CRÍTICA TEATRO

El diario de Ana Frank. Intérpretes: María Gastón, Iñigo Zamarguilea, Pili Oñate, Rakel Goñi, Ramón Elizondo, Itziar Lotero y Sergio Albillo. Versión, escenografía y dirección: Ángel Sagüés. Grupo: Teatralis. Lugar: Cines Los Llanos de Estella. Fecha: Viernes 9 de mayo. Público: 115 espectadores.

Empática Ana Frank

Teatralis nació en 2008 y estrena ahora su sexto montaje, lo que da idea de su vocación y capacidad de trabajo. Le distingue de otros grupos no profesionales el hecho de alejarse de un repertorio basado en el humor –más fácil de programar y más agradecido a la hora de ensayar– y marcarse retos exigentes. Ha abordado textos complejos –La cantante calva, de Ionesco, o Rebeldías posibles, de García-Araus y García Yagüe– y se ha atrevido con El diario de Ana Frank. Palabras mayores. El estreno tuvo lugar en el marco del 13º ciclo de teatro aficionado de Estella, el más veterano de Navarra, por lo que hay que felicitar a sus organizadores, el grupo Kilkarrak, por incluirlos en el cartel de esta edición.

Lógicamente, el éxito de la apuesta pivotaba en no poca medida sobre la actriz que interpretara el rol de Ana Frank, la niña judía que narró los dos años y medio que vivió escondida de los nazis en una buhardilla de Amsterdam junto a otras siete  personas y es el icono que personifica a todas las víctimas del Holocausto. María Gastón, todo un descubrimiento, está soberbia y por eso el montaje, en su conjunto, es una delicia. Compone un personaje maravilloso que “enamora” desde su entrada en escena, conmueve por momentos, divierte en su espontaneidad y transmite verdad –con lo difícil que es encontrarla en no profesionales–. Su presencia luminosa en escena, rodeada de personajes adultos tristes, asustados y enfadados, hace empatizar todavía más al público ante la tragedia que se avecina (porque sabe que Ana no sobrevivió: murió de tifus en un campo de concentración). Hubo espectadores que reconocieron salir conmovidos tras hora y media de representación.

Las mejores escenas de la obra las protagoniza María junto a Sergio Albillo en el papel de Peter, el chico del que se enamora, que también da vida a un quinceañero creíble. Además de mantener ambos la tensión del personaje sin fisuras toda la función, muestran su ductilidad como intérpretes mostrando el paso de la niñez a la adolescencia. Les ayudó la concentración en escena de sus cinco compañeros de reparto, que logran transmitir bien las sensaciones de miedo, angustia, tensión, hambre y desesperación del encierro. Hay que reconocer su generosidad, porque la versión, a partir de la película, se centra en Ana, por lo que no terminan de desarrollarse del todo los conflictos de los adultos.

Ángel Sagüés ha realizado un trabajo meticuloso de dirección con los protagonistas y resuelve como siempre bien las escenas de grupo, desde la festiva del reparto de regalos en Januká a otras más duras, como la entrada en el refugio del grupo o el momento previo a su detención. Responsable del espacio escénico, ha creado una escenografía sencilla pero eficaz que transmite bien la claustrofobia. Está en su naturaleza no hacer una dirección totalmente verista, pero en este montaje empastan bien sus soluciones no naturalistas para el cambio de escenas. Meritorio es también el trabajo de vestuario de todo el equipo. Quizá convendría modificar alguna frase del texto, porque en julio del 42 un personaje no puede aludir al asesinato de millones de judíos (la masacre industrializada apenas había empezado y se mantenía oculta). Este viernes hay función en Noain y el 5 de junio en Civivox Mendillorri. No me las perdería.

POR VÍCTOR IRIARTE. Publicado en Diario de Noticias el domingo 11 de mayo de 2014.