CRÍTICA TEATRO

BIENVENIDOS A GIRASOLCompañía: Tarima Beltza Teatroa (Alsasua). Autora: Denise Despeyroux.  Dirección: Jon Barbarin. Intérpretes: Maru García, Eider Leoz, Merche Herrera, Manuel Herrero, Marta Diego y José Luis Liberal. Lugar: Casa de Cultura de Huarte. Fecha: Sábado 1 de febrero. Público: Lleno.

Tragedia de amenaza

En 2006 un taller en Alsasua cristaliza en grupo de teatro estable, Tarima Beltza, que se presenta en sociedad al año siguiente y ha estrenado cuatro montajes. El último, de enero de 2012, ha sido programado ahora en el ciclo anual que permite acercar a la Comarca de Pamplona (en el Civivox Mendillorri y en la Casa de Cultura de Huarte) ocho muestras del mejor teatro aficionado que se está haciendo en Navarra, y que continúa viernes y sábados de febrero.

Ver de nuevo al grupo ha sido una sorpresa muy agradable, porque el montaje demuestra que este colectivo (son siete sobre el escenario) ha aprovechado bien el tiempo. Todos tienen unas bases interpretativas muy asentadas: han sabido crear personajes con criterio a partir de sus características físicas, proyectan bien la voz y pisan con soltura el escenario, además de dar una inmejorable sensación de disciplina. Siempre entraron a tiempo, sabían qué hacer y dónde ubicarse y colocar las sillas cuando estaban actuando y cómo y dónde situarse cuando no intervenían, aunque permanecían a la vista del público. Sin tropiezos que deslucieran el conjunto. Las escenas en que, como terapia, tienen que cantar, demuestran su arrojo y visibilizan que están alcanzando el grado de veteranos, lo cual es mérito también de su director, Jon Barbarin.

El público que asistió a Bienvenidos a Girasol, con música en directo de Jorge Cordón, disfrutó de un montaje muy digno, que además llegó cuajado, tras dos años en los escenarios, incluso a pesar de haber cambiado a dos de los intérpretes en este trayecto. Es para felicitarse que podamos disfrutar ahora mismo por todo el territorio de Navarra de grupos de teatro estables y entusiastas que evidencian ambición artística y ganas de mejorar, arrastran público en sus localidades y, de la mano de su Federación, están generando sinergias muy positivas.

Había un interés añadido por mi parte en ver un trabajo de Denise Despeyroux (Montevideo, 1974), autora afincada en España muy promocionada en los medios pero, de alguna forma, me decepcionó su texto. O la propuesta que se muestra en escena, porque no sé hasta qué punto ha sido modificada para adaptarla a las características de Tarima Beltza. Es su segunda obra (ha estrenado 9) y parte de un tema habitual en dramaturgos noveles: el hospital psiquiátrico como paradigma de espacio física o mentalmente cerrado del que es difícil escapar. Tal como van las escenas, uno se imagina pronto lo que va a pasar. De ahí que el interés por permanecer atentos hasta el final se desvíe, por un lado, a conocer los porqués (o los paraqués), que la dramaturga hurta. Nada se explica, contextualiza ni razona. Ni sabemos dónde estamos ni el sentido de la terapia. Teatro beckettiano sin Beckett, mal vamos.

Por otro lado, me hubiera gustado disfrutar del desasosiego. Pero como en la obra hay momentos simpáticos (más que cómicos) y el conflicto se retarda, la dirección de escena se ha quedado un poco en tierra de nadie, sin que se logre transmitir al público la incomodidad, tensión o miedo que el subtexto reclama, pues si estamos ante una “tragedia de amenaza”, todo, música incluida, debiera haber conducido desde el principio hacia ese desenlace.

POR VÍCTOR IRIARTE. Publicado en Diario de Noticias el 12 de febrero de 2014.