Alumnos y ex alumnos de la Escuela Navarra de Teatro estrenan este fin de semana El peso del humo, dirigido por Joan Castells, que se ha inspirado en la película Smoke (1995), de Wayne Wang, quien a su vez se basó en textos de Paul Auster. El escenario, un cine antiguo que vivió su esplendor en los años 50 del pasado siglo. La historia, la vida de tres personajes en circunstancias difíciles que emprenden el camino de las segundas oportunidades encadenando relaciones de amistad profunda . Como fondo, el amor a la literatura, el cine, pero, sobre todo, el teatro.

La obra supone el montaje de fin de carrera de los alumnos de tercer curso del plan antiguo de la ENT u se representará también del jueves 23 al domingo 26 de mayo. Las entradas cuestan 8 euros, 7 en el caso de que se reserven en la web y 6 para desempleados.

Con esta propuesta, ya son tres las que Castells, responsable del Institut del Teatre durante años, ha dirigido en el centro, un espacio que conoce bien y al que también rinde tributo con este trabajo. De hecho, la idea de ubicar la historia en un cine antiguo tiene que ver con el propio pasado del edificio que alberga la ENT, que en los años 30 fue el Proyecciones y luego el Novedades y en 1968 se convirtió en el Cine Arrieta, del que se ha recuperado la pantalla original para la puesta en escena, así como el equipo de sonido, que junto a elementos de atrezzo propios de este mundo prestados por el proyeccionista Enrique Las Heras, dan al escenario el aire «romántico» que requiere una historia como esta. «Se trata de hacer un guiño a los orígenes de la Escuela», señala.

Así, de la mano de «los maravillosos textos de Auster» y del ritmo fresco y dinámico propio del cine, este montaje apuesta sobre todo por los actores, «que se han comprometido con su cuerpo, sus risas, sus lágrimas y su fuerza», subraya Castells, sorprendido por la evolución experimentada por cada intérprete.

Por El peso del humo pasan muchos personajes, pero se articula fundamentalmente en tres: el dueño de un estanco acostumbrado a la multitud de la ciudad, un escritor solitario y  un chico de la calle. Todos están pasando por situaciones difíciles, igual que el resto de personas con las que se cruzan, pero gracias a la relación entre ellos y, como dice el actor Gorka Gueracenea, «a veces sin darse cuenta», se ayudan los unos a los otros. «Son personajes que podemos encontrar por las calles de nuestra ciudad o en los comedores de nuestras casas», agrega el director, para quien este espectáculo «nos sitúa frente a un espejo», nos interpela, proporcionándonos «una intensa experiencia de humanidad». No en vano, en un mundo instalado en la queja, «ellos viven, viven y viven», y ahí reside el mensaje más importante de la obra: «Lo importante es vivir en las circunstancias que sean». Aun así, Joan Castells  advierte de que se trata de un montaje «joven y divertido» que hará pasar un rato entretenido al público.