Carrera de obstáculos. Autoría y dirección: Teresa Calo. Intérpretes: Diana Peñalver y Vito Rogado. Lugar y fecha:Casas de Cultura de Zizur Mayor y de Burlada. 2 y 3/03/12, respectivamente. Público: Media sala (en la función de Burlada).

Tres tristes crisis

Carrera de obstáculos es el título de la función escrita y dirigida por Teresa Calo que las casas de cultura de Zizur y Burlada han programado en las proximidades del Día de la Mujer Trabajadora. La obra (las obras más bien, por cuanto este todo tiene sus partes) recoge desde diferentes puntos de vista la situación de la mujer enfrentada a diversas situaciones críticas. En concreto, según leo en la información suministrada por la compañía, «la crisis económica, la existencial y la competencia laboral». La crisis por triplicado. El título del montaje alude, según entiendo, a las dificultades adicionales que en esos ámbitos se encuentran las mujeres.

Ya he comentado que la obra tiene sus subdivisiones. En realidad, se trata de tres piezas breves, amalgamadas por la mencionada unidad temática y por una sencilla excusa narrativa: las tres piezas serían en realidad los ejercicios elaborados por los alumnos de un taller de guiones dramáticos, representados por dos actrices. Así, antes y después de cada pieza, oímos en off los comentarios de los supuestos alumnos que, amén de comentar la obra que acabamos de ver (imperfecciones incluidas, lo que desactiva un tanto mi labor: qué voy a criticar, si ya la autora señala los desaciertos en el propio texto), introduce una pequeña pausa entre las obras que proporciona a las intérpretes un breve tiempo para cambiar de vestuario y para retocar la esquemática escenografía. Bueno, el artificio del taller de guion no es que sea un hallazgo (la propia Teresa Calo imparte cursos de dramaturgia, por cierto), pero cumple perfectamente su misión de unificar la función y proporciona el punto de partida para una interesante coda dramática en la que las actrices se convierten en protagonistas de su propia historia.

Según comenta la propia autora, el germen del espectáculo está en una de sus tres partes, el texto Mujeres en crisis, pieza con la que se abre la función y que seguramente es la mejor del lote. Se trata de un toma y daca muy bien llevado que, partiendo de una nimiedad cotidiana, la venta de un robot de cocina, traza un retrato de las dificultades económicas que padecemos. Salta a un lado y a otro de la frontera entre el drama y la comedia, aunque reside con más frecuencia en este último territorio.

Esta es la tónica habitual del resto de las obras, si bien en la segunda el balance entre drama y comedia está más equilibrado. No termina de convencerme esta parte, de todos modos. Está bien dialogada, como toda la función, pero la ausencia de un conflicto entre los personajes hace que la acción pierda interés. La tercera de las historias de Calo, una carrera contrarreloj de una ejecutiva que debe presentar un proyecto en un día en el que nada le sale a derechas, recupera un tanto el pulso dramático y cierra en positivo la función.

Al final, la sensación es positiva; los relatos son sencillos y están bien contados, y su falta de pretenciosidad no impide que se les pueda encontrar más enjundia de la que pretendían aparentar. El buen hacer de las dos actrices contribuye al resultado final. Por un lado, Diana Peñalver, una intérprete veterana y conocida, le pone un deje más de calle a sus personajes, que cuadra muy bien con la vendedora que encarna en la primera de las obras, o con la secretaria de la última, pero también hace más reconocible a la deprimida de la pieza central. La otra protagonista, Vito Rogado, aunque incorporada al montaje después de su estreno, también resuelve con desenvoltura su parte. Si a la Peñalver le encajaban mejor los personajes máspopulares, el contraste entre ambas hace que la ejecutiva o el ama de casa de clase acomodada de Vito Rogado ganen en credibilidad.

Pedro Zabalza. Diario de noticias.